La pandemia del Covid, nos ha hecho descubrir, entre otras cosas, la calidad humana de nuestros médicos, la entrega absoluta de nuestros enfermeros, y la capacidad de nuestros hospitales para adaptar sus plantas a esta plaga. En definitiva, nos está redescubriendo muchas cosas, entre ellas, la labor importantísima que ejercen las, y los auxiliares de enfermería, y que tenemos la impresión de que pasa un tanto desapercibida.
El sector de auxiliares de enfermería, o los Técnicos en Cuidados Auxiliares de Enfermería, está formado por gente muy variada, porque se entremezclan los de la vieja escuela; con una formación superior en FP, en la mayoría de los casos, y una nueva ola de gente joven, más preparada, a los que la situación laboral de nuestro país les ha llevado por estos derroteros. Pero ambos grupos tienen algo en común, entre otras cosas, responden a un perfil de trabajo con mucha carga física, que se agudiza en las plantas Covid de los hospitales, donde la mayoría de los enfermos tienen sobrepeso, agudizado por los aparatos de ventilación mecánica no invasiva que les acompaña, y que complica la capacidad de movimientos de los trabajadores que han de moverles.
Trabajadores que hacen doce horas diarias, de turno interrumpido, con horarios de 8 de la mañana a 8 de la tarde, y al día siguiente, de 8 de la tarde a ocho de la mañana. Sanitarios que en las plantas Covid, la mayoría de las horas de su turno, han de vestir con eso que llaman el EPI, o lo que es igual, el Equipo de protección individual. Esos trajes que al comienzo de la pandemia tenían que hacerse ellos mismos con bolsas de plástico de basura que precintaban con cinta aislante (por fortuna no ocurre igual ahora donde este tipo de vestimenta está perfectamente homologada), que les produce un sudor agobiante, y que son todo menos cómodos para trabajar.
Pues bien, esos sanitarios, a todas luces insuficientes para la carga de trabajo que han de soportar, no pueden evitar verse asimismo, como la mano de obra barata que permite que el edificio se construya aunque sean otros los que han de planificarlo. Y a veces, los que planifican, no hacen esas doce horas de turno, no se pasan la mayoría del tiempo de trabajo embutidos en el dichoso EPI, y a veces también, olvidan en su toma de decisiones que deciden sobre personas. Algo así como lo que ha estado a punto de ocurrir en el hospital Reina Sofía, de Murcia, donde a los sanitarios se les avisaba de la supresión de unos tentempié que les ofrecen a media mañana y media tarde. Unos panecillos con algún embutido, tortilla o queso, que les sirven para soportar esas jornadas maratonianas y agotadoras a las que están sometidos.
Buenos, pues al parecer, esto ha estado a punto de ser suprimido (la intervención de los sindicatos lo ha evitado, pero ya se sabe que cuando se amaga con suprimir algo, se termina haciendo realidad), por orden del SMS, tal y como se refleja en un mensaje que se les hizo llegar al personal: “Desde este lunes día 1 de febrero se deja de servir agua, bocadillos y dietas a los profesionales de servicios Covid. La dirección se ha visto obligada a ello por requerimiento e intervención del SMS”.
Por cierto, estos, y estas auxiliares de enfermería, en la mayoría de los casos contratados por seis meses (los de enfermería lo son por un año), cuando finalizan ese contrato, pasan otra vez a la bolsa de trabajo, a la espera de que los llamen de nuevo. Y cuando esto ocurra, seguramente les asignaran otro centro, y otro servicio, donde su experiencia en Covid se perderá: tanto las enfermeras como las auxiliares, que trabajan en las plantas Covid de este hospital, han sido contratadas e instruidas para esto. Incluso en el documento aparece el término “Contrato Covid”.
¿La manera de rentabilizar la formación que se presta a los trabajadores no se tiene en cuenta? ¿La burocracia impide realizar una organización más racional?
Publicado en La Opinión, de Murcia, el 3 de febrero de 2021