Los más prestigiosos juristas coinciden en señalar la Ley del “Solo sí es sí” como manifiestamente mejorable, o lo que es igual, una ley que necesita de ajustes si no se quiere continuar asistiendo al espectáculo de la puesta en libertad y bajadas de pena de los agresores sexuales, de los maltratadores, de los asesinos machistas también. Una ley a la que Podemos se niega a cambiar. Incluso la jueza Manuela Carmena, exalcaldesa de Madrid, ha sido “regañada” por la ministra Ione Belarra por atreverse a manifestar, con infinita prudencia, que son necesarios algunos ajustes en la misma, diciendo que «No tenían mala intención, pero no está bien redactada», al analizar la polémica surgida en la sociedad con esta norma que el Ministerio de Igualdad puso en marcha a bombo y platillo y que ante la sorpresa de todo el mundo ha conseguido que los condenados por delitos sexuales vean rebajadas sus penas. Y eso es lo que Carmena dijo hace unos días que “si aplicas correctamente la ley, se tienen que rebajar las penas a las personas condenadas con anterioridad, es un principio general del derecho”. Así es que la señora Belarra, con ese espíritu tan corporativista que muestran los de Podemos (lo del uno para todos y todos para uno se inventó por ellos), faltó a la verdad diciendo que “parecía mentira que Manuela Carmena estuviese en contra de esta ley”, cuando la exalcaldesa en ningún momento se manifestó así, antes al contrario (Carmena aseguró que cree firmemente que su objetivo era proteger a las mujeres), dijo lo que muchos y muchas piensan y no todo el mundo se atreve por miedo a las arremetidas en redes de Podemos, porque la soberbia de muchos y muchas de los que pertenecen a este partido es de tal magnitud que, como hizo la señora Belarra; que de jurista tiene lo que yo de monja, se permiten descalificar a quienes, como la señora Carmena (una jurista de prestigio), osan poner en cuestión sus decisiones: aunque muchas de sus estas sean un tanto estrafalarias, y aunque la exalcaldesa saliera en defensa del Ministerio de Igualdad diciendo que los errores de redacción en las leyes son algo habitual, y que son muy normales las rectificaciones de muchas, ya que aplicar las normas del Derecho es muy complicado.
La expresión “sostenella y no enmendalla” define la actitud de quien persiste en errores garrafales, por estúpido orgullo, aunque el error cause un daño peor que no corregirlo. Y eso es lo que está ocurriendo con la Ley del “Solo sí es sí”, que pese a que ya se han producido cientos de rebajas de condenas, la Ministra de Igualdad, artífice de esta ley, continua pregonando que la misma es «sólida» y “protege a todas las víctimas», olvidando que ya se han originado más de 300 rebajas de condenas, lo que hace pensar que tan sólida no es, y quizás tampoco proteja tanto.
La soberbia, ese sentimiento de superioridad hacia los demás, hacia las opiniones de los otros, es altamente peligrosa, sobre todo cuando se ocupan puestos de muy alta responsabilidad y las decisiones afectan al personal. Pero si ese sentimiento de superioridad se mezcla con la obstinación, con la terquedad, ya si se entra en el camino de lo peligroso. Y esta ley ha entrado en ese camino: el goteo de rebajas de penas a agresores sexuales continua, y ha llegado el momento de que el Gobierno intervenga en la modificación de la norma. Porque no pasa nada por reconocer que quizás se precipitaron al aprobarla, sin prever todo lo que se ha producido después. Porque no es la primera vez que, como apuntan los juristas, las leyes son mejoradas: esta demanda hacerlo ya. Y porque los Gobiernos de coalición están para ponerse de acuerdo, aunque cueste.
Señora Montero, deje ya de acusar a «una minoría de jueces» de “no aplicar la ley de forma correcta”: pregúntese si su departamento la elaboró correctamente.