Miguel Gila, fue un extraordinario humorista y dibujante de historietas, con mayúscula, que nos dejó momentos impagables de su humor. Como aquello que apuntaba de que un policía detuvo a un asesino con indirectas diciendo eso de “alguien ha matado a alguien” o “aquí huele a muerto”. Todo el mundo se reía con aquellos monólogos plenos de inteligencia y de fino humor. Y nos imaginábamos al asesino entregándose asustado ante las indirectas de un policía, todo menos violento.
Pero si aquello nos parecía gracioso, cuando los eufemismos ya no forman parte de monólogos humorísticos y surgen de representantes del Gobierno para ir lanzando “globos sonda” a ver como reacciona el personal ya nos hace menos gracia. Es decir, ninguna. Y tenemos la sensación de que en los últimos días, en el tema de Cataluña, se han producido algunas “indirectas” y “globos sonda” para comprobar la reacción de la ciudadanía que ve, lee, y oye asombrada las declaraciones de responsables políticos que deberían de ser más prudentes a la hora de manifestar sus posiciones, sobre todo porque tienen una gran responsabilidad, porque sus declaraciones son utilizadas por aquellos a los que les interesa el barullo y el ruido: a los independentistas.
Yo comprendo que ser delegada del Gobierno, en estos momentos, en Cataluña debe de ser todo menos fácil, pero quizá por ello hay que extremar la precauciones a la hora de ponerse ante un micrófono porque se corre el riesgo de decir lo que no se quiere. Y la delegada del Gobierno no debería de querer decir lo que dijo y es que, Teresa Cunillera, en una entrevista en el programa «El Suplement» de Catalunya Ràdio, se mostraba partidaria de que se indulte a los líderes independentistas, en caso de que sean condenados por el Tribunal Supremo, aunque recordaba que los procesados «tienen que pedirlo», dejando claro su “apoyo a un posible indulto”.
Es decir, ha lanzado una indirecta, ha enviado un mensaje a los independentistas dando a entender ocultas intenciones del Gobierno (el Gobierno tiene la potestad de indultarlos) cuando, aunque así fuese, ella debería de ser más prudente para no poner en cuestión todo el sistema judicial. Porque aunque ella, en la entrevista, renunciaba a pronunciarse sobre si los líderes independentistas deberían estar en prisión preventiva, aludiendo a su respeto por la independencia judicial, insistiendo en que el Gobierno no puede interferir en el trabajo de la Fiscalía, si apoyaba un posible indulto. Venía a decir algo así como: no importa la resolución, después lo arreglaremos.
Y el personal se pregunta a que obedece esto, porque no se pueden ir lanzando mensajes poniendo en cuestión la independencia judicial cuando se tiene una alta responsabilidad de gobierno. Tan alta como la vicepresidenta Carmen Calvo, que aparte de vicepresidenta y ministra de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad del Gobierno de España, es también profesora de Derecho Constitucional, lo que debería de hacerle más prudente a la hora de hablar de decisiones judiciales porque, si ella las pone en cuestión, díganme los ciudadanos “normales” que han de pensar. Y es que, en una entrevista en La Vanguardia, la vicepresidenta hablaba de la posibilidad de que el juicio contra los líderes independentistas pueda alargarse más de lo previsto, y al hilo de esto, apuntaba que si el juicio a dichos líderes se retrasa mucho «no sería lógico alargar la prisión preventiva». Mostrándose partidaria de valorar si se pueden «tomar otras medidas» que no pasen por alargar la prisión preventiva. «Se lo podría plantear el juez, sería razonable», puesto que «alargar tanto una prerrogativa, si se va a alargar la vista oral, parecería razonable que pudieran estar en otras condiciones», indicaba la vicepresidenta. Y para rematar la cuestión dijo eso de «Salieron los de ‘La Manada’, por ejemplo». Muy oportuna no fue. Como diría Giulio Andreotti «Manca finezza».