Vivimos momentos de una cierta confusión social. La incesante actividad de las redes sociales consigue que los usuarios dediquen poco tiempo a la reflexión y se atiborren de ideas, a veces muy peregrinas. Ideas puestas en marcha por los más variados intereses difíciles de asimilar, en la mayoría de los casos. Porque, por ejemplo, es muy difícil de comprender que estudiantes universitarios puedan carecer del más mínimo conocimiento para saber que, cada día más, la universidad necesita de la colaboración con las empresas y las empresas con las universidades: la única manera de que ambas avancen en sus respectivos campos.
Como ustedes saben, la semana pasada el empresario murciano, Tomás Fuertes, fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Murcia, reconociéndole de esta manera su compromiso con la institución y su carrera empresarial. El acontecimiento se desarrollaba en el salón de actos de la Facultad de Economía y Empresa y todo parecía transcurrir con normalidad hasta que el investido nuevo Doctor tomaba la palabra. En ese momento, un grupo de jóvenes encapuchados, vestidos todos de oscuro, irrumpían en el salón al grito de «fuera la empresa de la universidad». Así, como suena: “fuera la empresa de la universidad”, demostrando con ese acto un desconocimiento alarmante sobre la realidad universitaria. Y esta realidad nos habla de que gracias a los vínculos de las universidades con las empresas (el ejemplo de las relaciones de la prestigiosa Universidad de Navarra con empresas para el desarrollo de la investigación en distintos campos es paradigmático), la universidad puede avanzar y las empresas, con sus inversiones en el ámbito en las que ellas se aplican, encuentran nuevos caminos de acrecentamiento.
Nos costa que el Grupo Fuertes colabora con diversas universidades españolas pero, lógicamente, es con la Universidad Pública de Murcia (UMU) con la que tiene una mayor relación en I+D+i. En particular con la Facultad de Veterinaria, con la que trabaja en distintas actividades: en el ámbito docente, fomentando visitas formativas y apoyando las prácticas extracurriculares, esenciales para la formación integral de los estudiantes, y en el campo investigador y de la transferencia tecnológica colaborando en convocatorias públicas y privadas con diversos contratos de investigación.
Sobre la necesidad de la colaboración universidad-empresa habla un informe de la Comisión Europea (CE), donde se pone de manifiesto que ahora hay un reconocimiento cada vez mayor del valor derivado de este tipo de colaboración y, al profundizar en los últimos años, ha aumentado progresivamente la necesidad de explorar la relación y colaboración entre la universidad y las empresas privadas. En el informe se reconoce que esta cooperación puede proporcionar las habilidades y capacidades que necesitan la sociedad y el mercado laboral, y puede aumentar el espíritu empresarial y de innovación entre los estudiantes. Para terminar afirmando que, si bien no hay un único motor de la cooperación universidad-empresa, las empresas, las universidades y los estudiantes, valoran muy positivamente los beneficios de las prácticas de estos últimos en el ámbito privado y la contribución de dichas experiencias a la empleabilidad de los mismos.
Universidades tan reconocidas como, Oxford y Cambridge, avanzan en su importancia gracias en parte a su cooperación con grandes empresas. Pero miren por donde aquí, en Murcia, algunos nos dicen que “fuera empresas de la Universidad”.
Demasiado barullo de redes: leer un poco evitaría hacer el ridículo.