JOSE MANUEL LUENGO, ESE SEÑOR QUE CUANDO TOMÓ POSESIÓN DEL CARGO DE ALCALDE VINO A DECIR CÍNICAMENTE QUE “NO VENIMOS AQUÍ POR DINERO; A NOSOTROS EL SUELDO NOS IMPORTA UN PEPINO” ES EL QUE HA PUESTO SU VOTO DE CALIDAD A FAVOR DE UNA SUBIDA DE SUELDO INDECENTE.
No pensaba escribir sobre este tema, porque el tiempo consigue que muchas cosas dejen de asombrarte, aunque te avergüencen, así es que hace tiempo que dejé de atender las ocurrencias de algunos políticos que tienen un discurso hoy, otro mañana, y si no les gusta este “tengo otro para pasado mañana”. Y todo esto sin que se les mueva un músculo de la cara, opositando a esculturas, y no de Miguel Ángel. No, mucho más burdas. Pero ahora, cuando los ciudadanos de San Javier convocan una manifestación, para pasado mañana, para protestar, vienen a mí de nuevo, con claridad vergonzosa, las explicaciones del alcalde de San Javier, José Manuel Luengo, para justificar la escandalosa subida de su sueldo. Y no he podido dejar de experimentar un subidón de rabia, no resistiendo la tentación de escribir sobre ello, aunque haya pasado un mes. Pero estas cosas, como algunos delitos, no deberían prescribir nunca, y el tiempo, no tendría que amortiguar las ganas de denunciar desvergüenzas como esta.
Este tema, y otros, me hacen pensar que algunos que se dedican a eso de la cosa publica viven en una burbuja ajenos a la realidad que les rodea porque, de otra forma, no se entiende la falta de sensibilidad de que hace gala el equipo de gobierno de San Javier, con el alcalde Luengo a la cabeza ya que, como todos ustedes saben, gracias a su voto de calidad se aprobó la escandalosa subida de un 30 por ciento de su sueldo cuando San Javier ha vivido las inundaciones más devastadores en muchos años con lo que esto significa de ruina para muchos ciudadanos que han visto como sus casas y sus enseres han sufrido las consecuencias de dichas inundaciones con todo lo que esto significa para muchos de ellos. Que en plena crisis económica en el municipio, por todo lo apuntado, el alcalde y sus mariachis hayan mostrado tan poca delicadeza hacia sus conciudadanos es, cuanto menos, indignante. Porque indigno es aprobar una subida de sus emolumentos, como la que se han procurado. Y es que, José Manuel Luengo, ese señor que cuando tomó posesión del cargo de alcalde de ese municipio vino a decir cínicamente que “No venimos aquí por dinero; a nosotros el sueldo nos importa un pepino” es el que ha puesto su voto de calidad a favor de una subida de sueldo indecente y es que, este personaje, ha pasado de cobrar 40.000 a 52.000 euros al año. O lo que es igual, ingresará 12.000 euros más. Mil euros más cada mes, por si les queda alguna duda. Y claro, para motivar a los que tenían que ayudarle a la tropelía procuró también que esas mejoras salariales beneficiaran a sus colegas ya que han pasado a cobrar 700 euros por asistencia al pleno, en lugar de los 500 que percibían y aunque todos los grupos, menos el Partido Popular, votaron en contra, han contado con el tránsfuga ex concejal del PSOE Santos Amor Caballero. Componendas que se veían venir desde que el ex edil socialista Santos Amor, se diera de baja en su partido y pidiera su pase al Grupo Mixto como concejal no adscrito. Hay personajes que entienden el ejercicio de algo tan noble como la política como una transacción económica. Y por favor, no les hablen de ideología.
Sí, los ciudadanos de San Javier han convocado una concentración en contra del escandaloso aumento de las retribuciones del equipo de Gobierno municipal del PP. La protesta será mañana jueves en la Plaza de España de la localidad. Pero aunque esta concentración no impedirá que el alcalde, José Miguel Luengo, pase de 40.000 a 52.000 euros anuales, dos concejales de dedicación completa, Antonio Martínez y Antonio Luengo, de 30.000 a 42.000 euros y cinco ediles liberados, parcialmente, cobrarán 28.000 euros, confío en que los participantes en la manifestación, concentración o simplemente desahogo ciudadano no caigan en la tentación de pensar que eso no sirve para nada: sirve para sentirse dignos, ante tanta indignidad.