Si el PP gana y necesita la ayuda del PSOE para Gobernar los socialistas no pueden, de ninguna de las maneras, facilitarles la gobernación, si no quieren desaparecer del mapa electoral.
En España ha venido ocurriendo algo muy curioso. Cuando ha gobernado la izquierda la derecha se ha cerrado en banda a ningún tipo de acuerdo de Estado, aunque el país se hundiese, antes al contrario, se han permitido decir cosas como «Que caiga España que ya la levantaremos nosotros», Montoro dixi, ante la diputada canaria Ana Oramas, que no salía de su asombro por tamaña desfachatez, sobre todo cuando algunos se han pasado la vida envueltos en la bandera española presumiendo de patriotas.
Por el contrario, a la izquierda, a los dirigentes de izquierda, cuando han estado o están en la oposición, siempre les da ataques de responsabilidad extrema—al parecer a ellos les gusta que los califiquen como hombres de Estado—y a todos les sale eso de pactar y pactar, como a Rodríguez Zapatero en la oposición que no hacia más que ofrecer pactos de Estado produciendo una caricatura de si mismo, ante el silencio o el desdén, en muchos casos, del partido gobernante, el PP, que seguramente pensaba eso de “al enemigo ni agua”, aunque el país demandase esos acuerdos. Y más recientemente Rubalcaba, sin ir más lejos, parecía querer pasar a la historia como eso, como hombre de Estado facilitando la gobernación al PP y, sobre todo, consiguiendo la incomprensión de los socialistas que en numerosas ocasiones no entendían tanta generosidad por parte de su líder que aceptaba acuerdos que en muchas ocasiones confrontaban con el ideario socialista.
Pues bien, los resultados de las elecciones en Atenas deben de ser objeto de un profundo estudio, de una intensa reflexión por parte de los socialistas españoles ante la vergonzante derrota del PASOK porque, aunque algunos dirigentes socialistas se apresuraron a pregonar que el PSOK no es el PSOE mal lo llevaran si olvidan que el descalabro electoral de los socialistas griegos ha tenido mucho que ver con su alianza gobernante con los conservadores de Nueva Democracia. Alianza que convirtió al PSOK en corresponsable de todo lo ocurrido en los últimos tiempos en Grecia.
Como no podía ser de otra manera— a veces los políticos toman a los ciudadanos por tontos—el electorado de izquierdas griego no les ha perdonado su traición, porque así es como se sintieron, traicionados: sensación que los socialistas españoles han experimentado en alguna ocasión. Por todo ello, el PSOE ha de estudiar muy bien las elecciones griegas y aprender en cabeza ajena y Pedro Sánchez debería quitarse de la mente, si es que tiene esa idea, lo de pactar con el PP. Ya se, ha dicho que no lo hará, pero lo ha de expresar con más firmeza porque ahora no valen las ambigüedades. Si el PP gana y necesita la ayuda del PSOE para Gobernar los socialistas no pueden, de ninguna de las maneras, facilitarles la gobernación, si no quieren desaparecer del mapa electoral.
Si los ganadores de las próximas elecciones generales son los de Podemos—yo tengo muchas dudas, pese a tanto ruido–, no pasa nada, que Gobiernen y muestren sus carencias, que se adivinan muchas, pero nada de alianzas contra natura que se pueden llevar a un partido centenario por delante: la democracia también es que gane Podemos.
El PSOE ha de tener paciencia, Pedro Sánchez ha de saber esperar. No precipitarse en su toma de decisiones. Solamente ha de ser fiel a la primitiva socialdemocracia, la que hizo de Europa el continente más libre e igualitario y olvidarse de esa otra socialdemocracia que nos aparece como demasiado blanda, demasiado dejada al albur de los acontecimientos. Ser fiel así mismo, a la larga, siempre da resultado, porque cantinflear con las ideas se paga gravemente, como lo ha pagado el PSOK. Pedro Sánchez es muy joven, tiene mucho tiempo por delante para convertirse en ese hombre de Estado que, al parecer, todos los dirigentes socialistas llevan dentro.