En el PSC tienen tan partido el corazón entre su ser nacionalista y su pertenencia al PSOE que parecen estar en un sin vivir, una cierta esquizofrenia que les hace llevar en su programa electoral, tanto el derecho a decidir como el rechazo a la independencia y, aunque muchos se empeñen en que esto es posible, sencillamente no lo es.
El pasado martes Rosa Díaz, de UPyD, realizaba la jugada perfecta en el Parlamento presentando una moción para proclamar que la soberanía nacional es indivisible. Algo que puede parecer de Perogrullo, puesto que esto ya se recoge en el Articulo 2 del título preliminar de la Constitución, pero que sirvió tanto para agitar los sentimientos de su electorado, como para poner al PSC y al PSOE entre la espada y la pared ya que, al parecer, el partido de Rosa Díez también recoge votos en el granero socialista y todo lo que sea poner de relieve las disensiones entre esos hermanos socialistas es bueno para su formación.
Y eso es lo que ocurrió porque, mientras que el PSC se abstenía en la votación, el PSOE no tuvo más remedio—lo contrario hubiese sido un suicidio político—que votar a favor de la moción de Rosa Díez que, al final de su faena, vino a decir sibilinamente que no era su intención provocar esa crisis. Por supuesto nadie la creyó, pero como en el amor y la guerra—la política tiene mucho de estrategia militar—dicen que todo vale a ella le ha valido para poner de relieve su olfato político. Pero ella no es la responsable de las turbulencias que el PSC ocasiona en el PSOE, ella solo ha puesto de manifiesto lo que ocurre en esa formación.
En alguna ocasión hemos manifestado que Rubalcaba, el PSOE, tienen un grave problema con el PSC y aunque Soraya Rodríguez, portavoz de los socialistas en el Congreso, se empeñaba en manifestar ante los medios de comunicación que PSC y PSOE marchan unidos en la misma idea de unión de España, es difícil que este mensaje llegue cuando los socialistas catalanes viven en un continuo vaivén de indefiniciones. Indefinición que no viene de ahora, es de lejos, dando la sensación de no tener claro donde se encuentran. Tienen tan partido el corazón entre su ser nacionalista y su pertenencia al PSOE que parecen estar en un sin vivir, una cierta esquizofrenia que les hace llevar en su programa electoral, tanto el derecho a decidir como el rechazo a la independencia y, aunque muchos se empeñen en que esto es posible, sencillamente no lo es porque, ese derecho a decidir el futuro de una parte de nuestro país, no pertenece solo a sus habitantes, es responsabilidad de todos los ciudadanos que habitamos esta vieja piel de toro.
Un derecho—el de decidir el futuro de Cataluña– que los diputados del PSC en el Congreso no reconocen al resto de los españoles con esa abstención que estaba dispuesto a secundar el PSOE. Desatino que no se produjo porque, en ese partido, queda gente con el suficiente sentido de Estado como para impedir una abstención que hubiese sido muy difícil de explicar a un electorado, ya de por sí, un tanto desconcertado. Gente, entre otros, como Manuel Chávez, la Presidenta de Andalucía, Susana Díaz, el Presidente de Asturias, Javier Fernández, que presionaron a Rubalcaba para hacerle entender que “lo que no puede ser no puede ser y además es imposible”.
Y sí, Alfonso Guerra. Una voz lo suficientemente autorizada en el PSOE como para hacerse oír. Y habló, habló para decir lo que muchos piensan que “Hace tiempo que el PSC dejó de ser socialista” y que es necesario refundar un partido político en Cataluña “socialista” y “español”. Algo en lo que hay que coincidir con él porque un partido no puede jugar con las cuestiones de principio, en función de “hacerle el juego”, o no, a no se quién. En este caso, Rosa Díez.