CIENCIA Y CONCIENCIA
Nació en el seno de una familia donde su padre fue militar y su madre una maestra republicana que se convirtió en la primera mujer que estudiaba en su pueblo, Almadén de la Plata. Y a ella se le pegó ese amor materno por el estudio que le hacia poder aislarse entre el barullo familiar—son cuatro hermanos nacidos en cuatro años con lo que supone de coincidencia de edades—, poniendo de relieve una gran capacidad de concentración. Y como su curiosidad por el saber no tenia límites se matriculo en cinco carreras, terminando tres, entre ellas Psicología, de la que ahora es Catedrática, y que cursó mientras daba clases en un Instituto y criaba a su hija mayor. Y es aquí, donde presenta su Tesis Doctoral sobre la Huerta de Murcia: “Recuerdo aquella época con un gran cariño porque entro en esta Facultad de la mano del profesor Joaquín Lomba—fui la primera directora del Departamento de Psicología Básica– y tuve la oportunidad de participar con Morales Meseguer y Valenciano Gayá, en seminarios y prácticas en el psiquiátrico R.Alberca”. Y no, ser psicóloga no era su sueño, más bien deseaba ser médico, pero término siendo especialista de la mente, sin perder su interés por la Filosofía, la Medicina y las Matemáticas.
La charla transcurre en su despacho de la facultad de Psicología. Algunas pinturas, una de ella de su hermana, cuelgan de las paredes. En los estantes libros, sobre todo de psicología, tesis doctorales dirigidas por ella y el ordenador abierto. Un lugar con aires de ejecutiva que nos hace preguntarnos si haber sido directora de departamento, vicerrectora, presidenta del SEHP—Sociedad Española de Historia de la Psicología—y no se cuantas cosas más, deja secuelas. Pero no, nos dice sonriendo, lo que si aporta es un mayor conocimiento de la organización por dentro: “Saber los problemas a los que se enfrenta una institución como la Universidad, que quizás deba adelantarse a lo que demanda la sociedad en la que se encuentra. Cuando surge una necesidad aparece una carrera, pero hay que anticiparse a esa necesidad”. Habla de la gestión con entusiasmo y en estos momentos creo que ha emergido en ella la Vicerrectora que fue en el Rectorado de Juan Roca, o cuando ocupó la consejería de Cultura en el Gobierno de María Antonia Martínez, del que recuerda con especial cariño la puesta en marcha del Auditorio y Centro de Congresos, donde consiguió involucrar a muchas empresas murcianas que hicieron posible que fuese inaugurado con Sergiu Celibidache, uno de los mejores directores de orquesta del siglo XX. Y sí, nos reconoce que la consejería de Cultura supuso una gran experiencia, sobre todo porque considera la cultura como algo esencial en la vida de los pueblos: “La cultura entra por los poros, es como el aire que respiras. La cultura tiene que estar enraizada en la tierra, como si fuese una planta que tiene que crecer”.
Es difícil verla como una política al uso—sin ánimo de ofender a los políticos—y como quiera que ella llega a la misma, sin pasar por la afiliación, nos surge la curiosidad por saber si, en algún momento, se sintió política, en el más amplio sentido del término. Y categóricamente nos dice que no, que incluso cuando intervenía en los actos su discurso estaba alejado de un lenguaje estrictamente político: “Creo que tenia una visión, distinta. Yo soy de las convencidas de que la cultura ha de llegar a los últimos rincones, aunque las elecciones se ganen en las localidades importantes, aunque si es cierto que la puesta en marcha del Auditorio permitió que se diera un salto cualitativo en cuanto a las actividades culturales en la Región”. Y nos cuenta que, para ella, la política tuvo sentido en un momento pero, en su ánimo, nunca estuvo abandonar la Universidad, hasta el punto de que sí intentó incorporarse a la política institucional universitaria presentándose a las elecciones al Rectorado, pero quizás era demasiado pronto; esto lo decimos nosotros, para que una mujer fuese Rectora: “ Lo que si es cierto es que aquellas elecciones me enseñaron mucho sobre la condición humana, aunque yo nunca he esperado milagros de los mortales”. Pero, nos dice, en ningún momento se arrepintió de haber sido la primera mujer—también fue la primera mujer Vicerrectora– que se presentara a unas elecciones al Rectorado, porque ella ama la Universidad, porque creía, cree, en su proyecto.
No creemos que aquel encontronazo le causara ningún trauma, seguramente porque disfruta de sus clases: “La enseñanza me parece fantástica y, a nivel superior, es casi como un regalo del cielo porque es donde puedes influir para que tus alumnos sean capaces de responder a las muchas interrogantes que plantea la ciencia”. Y junto a la enseñanza la investigación: “La línea de investigación del área a la que pertenezco es sobre Productividad Científica y sobre la Conciencia. La conciencia como elemento fundamental de la constitución de la personalidad”. De la conciencia periodística también, nos dice con un cierto retintín.
Pero no solo le ocupa la enseñanza, la investigación, así es que, entre otras muchas cosas, colabora con el Tribunal Superior de Justicia de la Región porque ella piensa que la psicología jurídica es muy interesante, sobre todo a partir de ponerse en marcha la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado: “Siempre que se trata de establecer reglas en función del conocimiento que se tiene de las personas, el psicólogo puede aportar mucho”. Y nosotros nos preguntamos que le aportan a su vida sus cuatro nietos: porque ejerce de abuela que se queda con ellos, de abuela que los lleva al colegio, de abuela con mayúsculas. Sí, nos dice con ternura indisimulada, le alegran el espíritu porque ya se encargan ellos de transmitirles su felicidad. Y disfruta con ellos, como goza del cine. Y como el avión y ella nunca se entendieron bien, se queda solo con los obligados viajes a los congresos y los de la carretera, que dan para mucho.