Juan Francisco Carmona es un joven empresario de hostelería que intenta sacar adelante un pequeño negocio familiar y lo hace desde la más absoluta exigencia de calidad que le lleva a intentar profundizar en el mundo de los vinos habiendo conseguido que la Asociación Murciana de Sumilleres, perteneciente a la UAES—Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres—le haya elegido para representarla en el prestigioso Concurso Oficial Sumiller que determinará el mejor catador de España.
Un concurso que se celebrará los días 21 y 22 de este mes en San Sebastián, dentro de la programación de San Sebastián Gastronomika y que, como siempre, contará con los mejores especialistas de España, entre ellos, con este murciano que sueña con dejar alto el pabellón de una tierra que sabe mucho de vinos y que forma a grandes especialistas como, por ejemplo, Pedro Martínez, que consiguiera el reconocimiento como sumiller en el 2001 al lograr ser proclamado Nariz de Oro.
Son concursos distintos con planteamientos diferentes, poro los dos tienen como objetivo el encontrar a los mejores especialistas en eso de la cata, algo que nos permite descubrir los mejores caldos, de los que esta Región sabe tanto.
Hace tiempo, en esta misma sección, abogaba por un mayor cuido en la hostelería murciana, si se pretende atraer a un turismo cada vez más exigente. Ese que hace tiempo dejó el sol de las playas para centrarse en la búsqueda de algo más en sus viajes: monumentos, paisajes y gastronomía. Todo ello unido a un buen servicio. Y ponía como ejemplo de esa falta de excelencia que yo había detectado aquí algo que parecerá muy simple, pero que llama la atención. Y es que no se puede entender como en restaurantes de un cierto nivel, por lo menos por los precios, continúen poniendo la bolsita de te directamente en la taza sin pasar previamente por una tetera, que digo yo que una mínima exigencia de estética no estaría mal. Algo que hacen hasta en los más humildes bares de nuestros vecinos alicantinos, pongamos por caso.
Bien, esa es una lucha que considero perdida, pero como mi sensibilidad hacia lo que puede hacer atractivo un establecimiento no se ha perdido y continua llamándome la atención el cuido de las formas en la hostelería como único camino, insisto, para atraer la atención de un turismo con una cierta exigencia, hoy, he de poner de relieve como en algunos rincones de Murcia es posible encontrar jóvenes empresarios hosteleros que inician un camino serio en la búsqueda de calidad y a los que hay que desearles toda la suerte del mundo porque su triunfo también es el de la hostelería de esta tierra: cuidar el turismo es cuidar la economía.