LA HUMILDAD VIGOROSA
Luce barba y cabello blanco de nieve que acentúa su aire de artista. Lo que es, lo que se sintió desde que tiene uso de razón, porque su vida es pintar. El dice que no sabe hacer otra cosas, pero no debe de ser del todo cierto. Algo más ha de saber hacer porque durante unos cuarenta años se dedico a la CAM y muchos de esos años estuvieron ocupados en la gestión de Cartagena y en la dirección Territorial de la Región de Murcia y todo ello sin dejar de pintar y es que, nos dice, siempre estuvo enviciado en eso de hacer cosas, algo que parece venirle de niño porque conserva el recuerdo de una infancia muy ocupada en la búsqueda de los caminos del arte:“Yo hice la primaria en los Escolapios y con nueve años, cuando terminaba el colegio, me iba a la Escuela de Artes y Oficios y cuando salía de allí, de dibujar, me encaminaba al Orfeón Hispalense donde cantaba, y llegaba a mi casa a las diez de la noche.
Y como tuvo la fortuna de crecer en los Jardines de Murillo, en Sevilla, el descubrimiento de los verdes en sus distintas tonalidades se fueron quedando en su retina, formando en su mente una sinfonía de colores que a lo largo del tiempo ha procurado plasmar en su pintura. Una pintura que se enriqueció cuando llegó a este Mediterráneo que le prestó los azules del mar. Mezcla que ha de ser buena porque después de tantos años continua buscando formas nuevas y sensaciones distintas, como se pone de relieve en la muestra que tiene ahora en la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Cartagena que con el nombre de MUTADISMO nos ofrece un nuevo concepto de pintura. Un concepto de arte cambiante, interactivo, que invita al espectador a participar de la creación: “Yo quería hacer un trabajo no inamovible. Quería hacer una obra a la que el comprador pueda hacerla mutar. Que este se sienta artista cambiando el cuadro a su voluntad. Hoy hay un publico infinitamente más culto que busca otras sensaciones en al arte”.
Es un placer hablar con el de pintura, porque no ha perdido la capacidad de ilusionarse. Porque le ríen los ojos al exponernos la sensación de la búsqueda de nuevas emociones en el hacer diario de su pintura y es que, nos dice, ni Picasso ni Goya, pongamos por caso, se repitieron nunca, siempre fueron buscando cambios en su forma de hacer: “Más que buscar esta exposición yo me la encontré estando en el estudio porque comparto lo de que hay que ponerse a trabajar para que cuando llegue la inspiración te coja pintando. Y sobre todo estando abierto a dejarte llevar por sensaciones, por impresiones si se quiere”.
La charla transcurre en su estudio, en el centro de Cartagena. Un gran autorretrato parece presidir la entrada. Es como su tarjeta de presentación donde nos muestra que es un pintor que viene de lo figurativo, de la pintura sin trucos porque el retrato no lo permite, y en él sale con maestría, Al lado, un violín nos habla, si no de las capacidades del dueño para tocarlo, si de su amor por la música. Lugar preferente también para un gran dibujo de Pepe Lucas, de la exposición Minotauro, que pone de relieve la fuerza incontenible del gran pintor de Cieza, Y lienzos de Willy Ramos, de Tapies: magnífica colección que el guarda amorosamente porque su vida son los pinceles y los colores, las formas, los dibujos, el olor a pintura, el color de la vida para él. Una vida que parece transcurrir aquí, en un estudio que alberga un patio interior pleno de plantas y cerámica que nos hace recordar los patios de su tierra de Sevilla, de esa Sevilla de la que guarda un suave acento que nos llega con el fondo de música barroca, mientras parece vigilarnos estrechamente un gran retrato de Juan de Pareja, porque el ha bebido siempre en las fuentes de Velázquez. Y nos dice sonriente que lo tiene ante sí para darse cuanta de lo grande que fue, de lo que pequeño que es él: “Un ejercicio de humildad”, no apunta. Pero tenemos la sensación de que nunca se dejó arrastrar por el pecado de la vanidad y quizás, por esa forma de ser suya, caminar en su compañía por Cartagena se convierte en un continuo saludo y no es porque su obra se exhiba en estos momentos en la sala de exposiciones del Ayuntamiento–magnífica por cierto–y porque sea el autor de los retratos de los alcaldes de la democracia que cuelgan en las paredes del consistorio. No, es porque su fino sentido del humor, su no hiriente ironía, le hacen ser una persona querida, respetada.
A lo largo de la charla solo le hemos visto perder el buen gesto cuando abordamos la situación de las Cajas de Ahorro, porque no puede evitar sentir algo especial por unas instituciones con las que, nos dice, se está siendo muy injustos. Y sí, habla con pasión de ellas porque nos dice que el se sintió cómodo siempre como ejecutivo de la CAM, porque aunque hay quienes pensarán que es difícil aunar lo espiritual; la pintura, con lo material; la gestión de las cajas, en su caso fue muy sencillo: “Como la CAM siempre tuvo un componente cultural me dio la posibilidad de prestarle mucha atención a ese campo y siempre me sentí muy cómodo porque lo cultural, invariablemente, fue muy importante. El trabajo era muy bonito porque en las cajas los clientes no son números son personas reconocibles”.
Y continuamos hablando camino al Ayuntamiento porque quiere mostrarnos como su exposición MUTADISMO, que estará abierta hasta el seis de junio, ha cambiado. Desde marzo, se ha venido transformado según la voluntad de los espectadores. Sí, hoy es una exposición diferente, como será diferente mañana. Los cuadros han mutado y él los mira con el orgullo del que sabe que ha hecho algo distinto.