VIVIR SIN SOBRESALTOS
Los periodistas aún le recordamos de su etapa de portavoz del Gobierno autónomo de Murcia. Seguramente porque comprende el trabajo de los que se ganan la vida preguntando y jamás tuvo los tics totalitarios de algunos que piensan que somos altamente peligrosos. Pero como no es su caso, nos recibe con la cordialidad de siempre en una casa, la suya, plena de armonía donde prevalecen los colores claros, los cuadros de pintores murcianos.
No, no ha cambiado nada desde que dejara la vicepresidencia del Gobierno autónomo, la consejería de Presidencia y Trabajo: “Yo creo que lo mejor de la dedicación a la actividad política es que te permite conseguir un gran conocimiento de la sociedad en la que vives. Un conocimiento que solamente te lo da la este campo de actuación”.
Se le nota cómodo hablando de lo positivo de la actuación en política , porque es de los que piensan que ennoblece al ser humano “Si hasta entonces no conocías la tremenda problemática de un niño con discapacidad, de una persona mayor con Alzheimer, pongamos por caso, al conocerlos, el tener la posibilidad de ayudarles te hace mucho más sensible hacia esos temas”. Y es que el no se imagina estando en la política solamente para figurar, por eso lamenta la imagen que de los mandatarios se puede estar transmitiendo ahora con la descalificación permanente que provoca el descrédito de la clase dirigente: “La demonización del ejercicio político es una injusticia para los que están”.
Habla con convicción de las cosas en las que cree. Como cree en la vida que se hace patente en las fotos que figuran en el salón, que nos hablan de momentos felices en la compañía de Gaya, de Avellaneda, de Pedro Cano o Pepín Liria y donde se reserva un lugar especial para su nieta Nieves, la primera mayordoma, nos dice con orgullo, de la Cofradía de Jesús. El mismo orgullo con el que nos habla de una niñez junto a otros ocho hermanos-el es el séptimo de nueve hijos-que hacían de la casa de sus padres una fiesta permanente. Pero en su caso no ha tenido la tentación de seguir el ejemplo. Se quedaron en tres hijos que ya terminaron la carrera, y que no tienen la intención, nos dice sonriente, de dedicarse a eso del servicio público.
Los americanos acuñan expresiones que se convierten en slogan como lo de “es tan de fiar que le puedes comprar un coche usado”. Pues bien, yo le compraría uno de esos coches, y no creo que tenga nada que ver en ello su condición de inspector de hacienda porque, entre otras cosas, no están muy bien vistos y es que, el ciudadano parece tener la sensación de que en este país solamente pagamos los de nómina y los inspectores están “a Belén con los pastores” Y con paciencia infinita intenta explicarme lo para mi inexplicable: que quienes ganen más no paguen en proporción a sus ingresos. “En España se para la gente en los semáforos en rojo. Eso lo cumple todo el mundo y el que no lo hace es objeto de reprimenda por parte del ciudadano que lo ve. Por el contrario, no hay una conciencia social que exija la claridad en la facturación, no importa de que sea”. Y la conversación-las anécdotas al respecto se suceden- deriva hacia esa admiración que algunos españoles experimentan hacia esos “listos”, que defraudan al fisco. Y lo dejamos porque, entre otras cosas, el ya no está en eso de la inspección.
Le vemos relajado. Sin prisas, sin mirar el reloj, y es que, ciertamente, ha recuperado muchas cosas con el alejamiento de la política activa. Como leer la prensa de forma plácida, sin esperar que le afecte y es que, nos dice: “Leer el periódico sin sobresaltos es un placer inenarrable. Y por otra parte, es agradable tener tiempo para perderlo con mi mujer, con mi nieta, podernos ir al campo. Cuando te tomas las cosas como yo me las tomaba, plenamente dedicado a ello, pues no puedes contar ni con sábados ni con domingos”. Y es que incluso te puedes encontrar, nos dice, con que tienes que entregar premios, la misma noche, en tres cenas distintas y en lugares como Cartagena, Lorca y Murcia. Así es que dejamos a la imaginación de ustedes como lo hizo. Porque eso sí, lo hizo.
A lo largo de la charla he intentado, por todos los medios, saber los motivos que le alejaron de la política, pero que si quieres. Con la mejor de las sonrisas, es cierto, no nos da motivos para un titular. Y es que aprendió mucho de aquellas ruedas de prensa como portavoz en las que decía solamente lo que quería decir: “Porque consideraba que mi dedicación a la política era temporal, porque creía que ocho años era lo que yo de verdad podía trabajar al ritmo en que a mi me gusta hacer las cosas y además lo sabia Valcárcel. Pero el presidente sabe que cuando me necesita ahí estoy yo”. Pero como no es un dogmático y posee la virtud de la prudencia no aventura nada sobre su futuro político porque, manifiesta no creer en lo de “de esa agua no beberé”. Un discurso, el suyo, que pone de relieve un acusado sentido de la lealtad: “La lealtad recíproca entre Valcárcel y yo ha sido algo que he tenido que explicar muchas veces. Y es verdad que existía, que existe. Parece que en política no es posible y sin embargo en mi caso si lo es. La política no tiene más o menos zancadillas que cualquier otra actividad profesional”.
Sí, es una persona de fiar, que continua conservando aficiones como el deporte, preferentemente el tenis y el amor por la novela histórica, por el ensayo.: “Fundamentalmente me gusta la vida, mi familia. Y en esa vida hay un lugar importante para la amistad. A mi no me sobran dedos de la mano para contar los amigos. Tengo muchos, buenos, y presumo de ello”.