EL INGENIERO QUE VINO DEL NORTE
La charla transcurre en la ciudad deportiva del Murcia, en Cobatillas. Nada de lujos, todo es de una austeridad que raya en lo espartano. Alguien le avisa de nuestra visita y nos encontramos con un buen mozo al que se le nota la vida al aire libre, por el color de la piel: un bronceado de ese sol nuestro que el admira. Su apretón de manos es firme, así es que ya lleva mucho ganado con nosotros este vasco nacido en Durango, Vizcaya, que recuerda su niñez con cariño, jugando muchísimo en la calle, llenando sus pantalones de barro en unos partidos de futbol interminables, sin importar o no la lluvia tan frecuente en su tierra: “Creo que vivíamos más libremente. Ahora los críos tienen todo eso de la play, las nuevas tecnologías, y nosotros estábamos todo el día jugando al futbol”.
En esta serie de charlas que mantenemos con personajes, nunca antes tuvimos la tentación de hacerlo con un entrenador de futbol. Quizás los vemos en un mundo muy definido. Pero nos encontramos con un hombre que sí, que entrena un equipo de futbol, pero que es un Ingeniero con un Master en Dirección de Producción y que hasta hace tres años compartía los entrenamientos de los equipos que preparaba con el trabajo en una empresa de consultaría, hasta fichar por el Real Unión de Irún en el que dio el paso de pedir excedencia y dedicarse solamente al futbol. Así es que sentimos una cierta curiosidad por saber si la mentalidad de ingeniero ayuda en eso de entrenar: “Yo creo que ayuda el ser metódico, el tener capacidad de analizar y evaluar los problemas que surgen, el aplicar el método para solucionar esos problemas. Creo que puede ayudar”.
Y debe de ser así porque intenta aplicar en sus equipos principios como la personalidad o la inteligencia emocional, entre otros muchos factores que ayudan al funcionamiento del grupo y es que, como nos apunta, no conoce otra profesión que exija cada semana pasar un examen y tenga que manejar tantas variables como un entrenador de futbol: relaciones públicas, psicólogo, portavoz del propio club. Ciertamente no debe de ser fácil porque, entre esos muchos factores a veces intangibles que hay que tener en cuenta, se encuentra también el acertar en los fichajes, en saber elegir el tipo de jugador que es capaz de hacer grupo, de no provocar distorsiones en el mismo y es que está seguro de que el éxito solo puede llegar si los jugadores creen en el trabajo en equipo, si creen en la solidaridad entre todos, si sienten un proyecto común. Y como esos factores son claves en su manera de entender el trabajo en grupo, está seguro de que se sentaron las bases para que nada “chirríe” en la pretemporada. Una pretemporada que incluye en lo que llama “apartado de inversión”, y es que el entiende que en ese trabajo previo, en Campoamor, se estuvo invirtiendo en la cohesión del conjunto.
Nos habla de su trabajo con la seguridad que da el confiar en lo que se hace y como se hace. Y transmite la sensación de creer en este Real Murcia que ha puesto el destino en sus manos: en el potencial que posee como club, en el arraigo que tiene en la ciudad, en lo que representa una masa social que en Segunda B cuenta con casi diez mil socios. Sí, el Real Murcia es un desafío para el porque, entre otras cosas, no quiere fallarles a los que le vieron cualidades para afrontar este reto. Un reto que, nos reconoce, lleve inmerso una gran presión por muchas cosas: por la historia del equipo, por el estadio que tiene, por la estructura que posee, por unos aficionados de primera y unos jugadores que cada vez más valoran el concepto de equipo. Y es que está seguro de que se ha unido todo, para que todo marche “se ha creado un ambiente bonito, un ambiente positivo y todo ello hace que vea el futuro con optimismo”.
Un optimismo que se manifiesta, a lo largo de la charla y como el futbol da para mucho; para hacer incursiones en otros equipos también, son inevitables las referencias a los entrenadores del Real Madrid y Barcelona y ese enfrentamiento de estilos entre los dos grandes. Al final, como hombre pragmático, se quedaría con una mezcla de ambos. Sí, nos dice, la mezcla de Guardiola y Mouriño daría como resultado el entrenador perfecto. Pero como la perfección no existe el lucha para conseguir acercarse a la excelencia en su trabajo estrenando ilusiones en un Real Murcia que, nos dice, le ha ganado desde el comienzo y en el que está poniendo toda su capacidad de trabajo para regenerar un proyecto y conseguir el único objetivo posible que es el ascenso porque, nos dice, los objetivos tienen que tener base y en el Real Murcia eso se da: el público, la prensa, el club. Muchos factores que ayudan a estar cerca del triunfo. Una búsqueda, la del triunfo, que demanda todo el tiempo; el libre también: “En el mundo empresarial se habla de la gestión del tiempo, de los “ladrones de tiempo” y sí, tenemos muchos ladrones de tiempo, pero intento hacer otras cosas también: ir al cine, pasear, leer”. Lecturas que han estado, que están centradas, en temas de trabajo en equipo, de inteligencia emocional como ese que le ocupa ahora “Reinventarse asimismo”, de Mario Alonso Puig, que le recomendó un deportista. Así es que tendremos que leerlo nosotros también porque no está mal eso de intentar “reinventarse” cada día.
Es fácil percibir que es un hombre que se siente satisfecho con el momento que está viviendo, con el descubrimiento de una nueva tierra y unas nuevas gentes, aunque ese descubrimiento le lleve a la lejanía de su familia; su mujer y dos mellizos de cinco años, que han compartido con el los días del “puente” para disfrutar de una luz y un clima que les hace felices.