ALBERTO REQUENA. CATEDRÁTICO DE QUÍMICA FÍSICA DE LA UMU. EX CONSEJERO DEL GOBIERNO AUTÓNOMO DE MURCIA.

CON UNA PIZCA DE RETRANCA

ALBERTO REQUENA Orión es un pastor alemán que nos saluda cuando llamamos a la casa. Un hermoso animal que nos mira en espera de recibir una caricia, pero ante nuestra indisimulada desconfianza Alberto Requena se lo lleva y nosotros podemos entrar en un cuidado jardín. Es por la mañana y parecen haberse despertado todos los pájaros del Universo para acompañarnos en la charla con Alberto, que comienza reconociendo que los años en los que transcurrió su niñez no son muy agradables de rememorar: “Recuerdo vagamente que sufríamos los coletazos de lo que llamaron la postguerra y fue un tiempo que espero que nadie vuelva a vivir porque, aun teniendo, no éramos capaces de disfrutar de nada. Y a los niños no nos salpicaban las cosas, pero ahora uno se da cuenta de lo complicados que eran aquellos tiempos”. Sí, especialmente complicados para las familias que, como la suya, tenían que vivir separadas porque uno de sus miembros, en este caso su madre, era una maestra republicana represaliada tras la guerra civil y obligada a dar clases donde pudo y como pudo.

Nos conocemos largo tiempo y es la primera vez que le oigo contar esta historia. Y lo hace con un cierto tono de tristeza, algo inhabitual en el que posee un sentido del humor trufado con un pelín de retranca, que algunos traducirían por fina ironía. El caso es que no es algo que le guste recordar, porque fue un tiempo de separación familiar y él da mucha importancia a la familia y a la amistad: “El primer lugar en mi vida lo ocupa el amor que siento por María Emilia y por mis hijos, y mis amigos están en esa esfera. Tengo pocos amigos, pero están ahí y yo estoy para ellos. Es que es imposible vivir la vida sin estas cosas, no tendría ningún sentido”.

 

La charla continua con la complicidad que da la amistad compartida; por lo menos yo confió en estar entre esos amigos a los que se les acepta como son, porque conozco de su lealtad, de la firmeza de sus valores, de lo importante que para él es el servicio a la sociedad. Y es así como recordamos su etapa de Vicerrector en la Universidad de Murcia: “Por lo menos, en una época de la vida, hay que dedicarse a trabajar por los demás. Y si estás en un institución como la Universidad pues has de hacerlo”. Porque sí, es en la UMU donde ha pasado la mayor parte de su vida. Donde estudió Químicas, donde consigue la cátedra de Química Física y donde con su grupo de investigación dedica su esfuerzo a trabajar en el área de Química Cuántica, que ahora está investigando de manera especial en la aplicación del láser.

Y esa pasión por el servicio publico le lleva al Gobierno Regional, en la etapa en que fue presidenta María Antonia Martínez porque, como nos dice, a María Antonia no se le puede decir que no: “Primero fui director del Instituto de Fomento y más tarde Consejero de Fomento y Trabajo”. Una época que el califica de tremenda por el ambiente en el que le tocó trabajar: “Si algún recuerdo me viene a la mente de aquellos años es la gran crisis que vivimos, Valeo, Santa Bárbara, Bazán. Fue algo que no se le deseo ni a los peores adversario”. Y oyéndole hablar de todo aquello nos preguntamos como es posible que un partido político—el PSRM-PSOE– prescinda de hombres con este bagaje, pero con firmeza nos dice que lo deseable hubiese sido que otros también hubiesen dejado la política, sencillamente por salubridad del sistema: “En política se necesitan tener ideas, ganas, empuje y eso solo se tiene en determinados momentos de la vida. Me horroriza el profesional de la política, porque en ella hay que estar para servir a la sociedad. Y creo que continúan en escena personajes que deberían estar en sus casas”

Se que siente lo que dice, como se que siente el momento que vive el PSRM-PSOE: “Si un partido político tiene una razón de ser, y un objetivo, es ganar las elecciones para aplicar las cosas que predica y si no se es capaz de levantar la cabeza, en ese tema, quiere decir que tiene dificultades para hacerse entender por la gente. Y realmente es preocupante. Como es preocupante que surjan personas que quieren liderar cuando no tienen capacidad ni objetivos. Para que alguien ocupe un puesto político tiene que haber una razón de fondo que justifique por qué está, para qué está y después; cuando se va, ver que hizo”.

Alberto Requena es una persona para quien la vida ofrece diariamente múltiples cosas con las que ilusionarse, como su afición por coleccionar instrumentos musicales que guarda con mimo, entre ellos algún timple canario. Una afición que, está seguro, le viene de su padre porque, nos dice, los cuatro o cinco primeros años de la vida de una persona son muy importantes para el futuro de la misma. Y junto a su afición por la música el descubrimiento de los valores de la cocina: “Yo lamento haber tenido que vivir más de cincuenta años para darme cuenta de que es una de las cosas más importantes de la vida, porque la cocina es el arte de vivir”.

Y continuamos hablando de aficiones y de paisajes que tiene impresos en la retina, como sobrevolar el Río de la Plata o el impacto que le causó Israel: “Yo fui a trabajar a la Universidad de Tel Aviv y al pasar de Jerusalén al Mar Muerto, hay un indicador que indica: Desierto de Judá, bueno, pues ese es el mismo paisaje que uno encuentra en Fortuna, y te impresiona”.

Esta charla ha sido especialmente gratificante para mí, porque en ella ha aflorado la ternura que esconde, su sentido extraordinario de la amistad, el amor que profesa a su mujer y sus hijos, su coherencia personal. Que pena que sea del Barça y no del Madrid, porque estaría cerca de la perfección.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 5-6-2008

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