ADMINISTRAR DECISIONES
El tiempo es tan cambiante; este gobierno nuestro es tan cambiante, que un artículo escrito esta mañana puede quedar viejo a la tarde. Y esto es lo que quizás ocurra con este articulo que, depende de cómo sople el viento de la indecisión del Gobierno, tendrá sentido cuando usted lo está leyendo o, por el contrario, puede ocurrir que piense que me dio un siroco y no se en el momento en el que vivo. Y es que yo había escrito sobre la revisión de las subidas salariales de los funcionarios. Es más, a riesgo de buscarme la enemistad de alguno de ellos, me mostraba de acuerdo con la medida anunciada por el secretario de Estado de Hacienda, Carlos Ocaña, porque me parecía razonable que, con la que está cayendo, se planteen objetivos que suponen recortar, el gasto público.
Al parecer, en los últimos años, los salarios de los funcionarios crecieron por encima de la inflación y, concretamente en el pasado año, la revalorización de sus emolumentos se sitió en el 3,5%, subida considerable teniendo en cuenta que los precios al consumo se situaron, a finales de año en un 0,8%. Datos, lo suficientemente favorables a los empleados públicos como para llegar a la conclusión de que un “apretarse el cinturón” por un tiempo no les llevaría a vivir peor y si a colaborar en la superación del mal momento que está viviendo el país.
El señor Ocaña—por cierto hay un run run de cese—intentó hacer un ejercicio de pedagogía explicando la necesidad de tomar estas medidas e hizo, en su intervención ante la prensa, un llamamiento a comunidades autónomas y ayuntamientos para que pusieran en marcha una adecuada disciplina presupuestaria. Y esta invitación a la colaboración de otras administraciones me hizo animarme y reflejar en el artículo la necesidad de que la Comunidad Autónoma de Murcia y los sindicatos llegasen a un acuerdo para, en un ejercicio de responsabilidad de estos, hacer posible la congelación de las subidas ya pactadas con el fin de equiparase a la decisión tomada por el gobierno central, ayudando a la moderación de la deuda pública.
Con lo que yo no contaba es con la torpeza del gobierno para gestionar la comunicación o administrar sus decisiones. Con ese, un paso adelante y dos atrás, que pone en marcha, una vez si y otra también, me he quedado un tanto descolocada porque resulta que la vicepresidenta Elena Salgado niega la mayor y, como en el caso de la anunciada reforma de las pensiones, se toma la decisión equivocada. El ciudadano no puede seguir teniendo la sensación de que, en cuestión de horas, todo es susceptible de convertirse en extraordinariamente cambiante.
Estoy totalmente de acuerdo contigo. A mi, como que me pasa ultimamente lo mismo, tengo la sensación mareante de ir en una barca sin rumbo. Una pena.