Si usted utiliza el transporte urbano; yo lo hago, y ha de pasar por la Avenida de los Pinos; yo paso, es fácil que haya podido presenciar; lo he presenciado, algún incidente entre, pongamos por caso el Rayo en el que usted viaja y las bicicletas que también circulan por el mismo lugar. Y es que a los ciclistas les han dicho que están autorizados a circular por ese carril señalado en color rojo con una bicicletita pintada en el suelo, pero lo que no les han comunicado es que no tienen más derechos que el autobús que irrumpe en su camino, como debería de ser, por la fragilidad de los primeros. Es decir, este “quiero y no puedo” que el Ayuntamiento se ha inventado llamándole eufemísticamente “ciclocalles”–la apelación de “carril-bici” le vendría muy grande—, solo sirve para poner en peligro la integridad de los más débiles.
En los manuales de motivación personal se nos dice, entre otras muchas cosas, que somos capaces de todo, que si queremos podemos, que nada sobre la tierra puede detener a la persona que posee la correcta actitud mental para lograr sus sueños, pese a que al final, si el individuo tiene a su alcance los medios para conseguir sus metas las alcanzará, pero si no ocurre así, se quedará a mitad del camino, o en ese “quiero y no puedo” al que nos referíamos antes y que quizás se hubiese evitado conociendo las realizaciones en este sentido de otras ciudades que aprendieron hace tiempo como se han de hacer estas cosas.
Y es que, sí, el voluntarismo–doctrina que propugna la superioridad de la voluntad sobre la inteligencia y el pensamiento– es positivo y ayuda en determinadas circunstancias, pero con solo esto no se pueden conseguir determinadas realizaciones públicas que necesitan de una adecuada planificación, de unas condiciones mínimos para el éxito del proyecto, condiciones que no se dan en este sucedáneo de lugar para el transito de los ciclistas ya que ni se respeta la exclusividad de los mismos, ni los semáforos funcionan para ellos, ni nada es como debería en este galimatías de autorización para que los ciclistas puedan circular, compartiendo espacio con los autobuses, por las vías de servicio de Avenida de los Pinos, lateral del Zigzag, Primo de Rivera y Ronda Norte, que se incorporan a este invento, porque esto es lo que ya estaban haciendo, con el mismo peligro, pero con una importante diferencia: los ciclistas, ahora, se creen especialmente protegidos, cosa que no es cierta.
Tenemos la impresión de que hay algunos políticos convencidos de que enmascarar la verdad, una forma sutil de mentir, es fácil hacerlo si se domina la “puesta en escena” de la venta de humo, de proyectos inexistentes.