Ayer, DOMINGO, fui a comer a Santa Pola, esa ciudad de mar alicantina que conocí cuando era muy pequeña, cuando en “Playalisa” todos los de los pueblos de alrededor montaban durante el verano sus barracas y pasaban los meses del estío rodeados de los niños, los abuelos y los amigos que llegaban allí para compartir las tardes de unos veranos que me llamaban la atención por lo desconocidos para mi. Pues si, allí fui a comer al restaurante La Sabata, que os recomiendo porque tiene piscina y os podéis dar un baño mientras preparan la paella. Celebrábamos un cumpleaños y toda la reunión se desarrolló con el sabor de la amistad, y del buen “rollo”.
A veces en las sobremesas pueden surgir temas realmente interesantes y creo que nosotros lo conseguimos, hablando largamente de lo contradictorio del ser humano, coincidiendo en que, a veces, tenemos mucho pudor a la hora de manifestar nuestros sentimientos por los demás: el amor, la amistad, el compañerismo y, por el contrario, no tenemos tanto pudor a la hora de exteriorizar nuestro rechazo, cuando debería de ser lo contrario. El caso es que fue una charla muy enriquecedora y creo que al final todos nos convencimos de lo importante que es manifestar nuestros sentimientos hacia los demás ¿no os parece?
Yo propongo un ejercicio fácil: Cerrar los ojos, pensar en alguien determinado y repetir “te quiero” o “te amo”, al final, casi sin darte cuenta te encontrarás diciéndole a la persona objeto de ese pensamiento que le quieres, que le amas ¿no os parece maravilloso? Hacedlo hoy, veréis que bien os sentís después. Parece una tontería, pero las cosas sencillas, las “tonterías”, nos ayudan a ser felices.
En Santa Pola todo es posible.