Los que aparecen en formaciones políticas como independientes terminan creyendo que han de mostrarse “más papistas que el Papa” para que les acepten en sus filas.
La RAE define el término metamorfosis como “transformación o cambio profundo”. Pues bien, una absoluta metamorfosis es lo que se ha producido en el Ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert, al que cuando escuchábamos—con gusto por cierto—como tertuliano en la radio y TV siempre valoramos su saber estar, sus opiniones alejadas del ruido innecesario y de la desmesura, su talante claramente dialogante alejado del estruendo.
Pues bien, todo esto ha cambiado radicalmente desde que fue nombrado ministro porque este autoproclamado centrista se nos muestra, en sus primeras tomas de decisión, en sus primeros discursos, un tanto desubicado, desorientado. Margaret Thatcher dijo sobre el centrismo: “Estar en medio de la carretera es muy peligroso; te atropella el tráfico de ambos sentidos» y nos da la impresión de que este ministro aún no ha encontrado su lugar en la carretera, quizás por ello se nos está descubriendo como uno de los ministros más radicales del gobierno del PP seguramente porque, ya se sabe, los que aparecen en formaciones políticas como independientes terminan creyendo que han de mostrarse “más papistas que el Papa” para que les acepten en sus filas.
Y tenemos la sensación de que esto es lo que le está ocurriendo a nuestro admirado, en tiempos, José Ignacio Wert. Y es que, si en principio ya nos sorprendió con su razonamiento sobre los motivos que le llevaron a prescindir de la asignatura de Educación para la Ciudadanía–argumentos que nada tienen que ver con su discurso pasado–, más tarde nos dejo estupefactos con el cambio de temario de los opositores a profesorado en determinadas autonomías, con el perjuicio que supone para los estudiantes.
Pero lo que ya nos tiene en un sin vivir, sobre la capacidad del ser humano para transformarse, es lo acaecido en los últimos días cuando este Ministro, ávido de procurar noticias, ha participado en un acto en Andalucía— qué habrán hecho los niños andaluces para que les persigan de esta manera—diciendo que la educación en Andalucía “necesita mucha mejora” y “con urgencia”. Para añadir que lleva muchos años de “políticas y orientaciones erróneas”. Pero no terminó aquí su perorata porque, olvidando el más mínimo decoro institucional, toma parte en la campaña electoral que se vive hace tiempo en Andalucía pregonando que el cambio en la educación en esa comunidad “no puede llegar de quienes son culpables” de la actual situación en materia educativa.
Por cierto, en los últimos datos sobre fracaso escolar la comunidad de Valencia figura a la cabeza de dicho fracaso, seguida por Baleares…¡Esa memoria!

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