Recuerdo la puesta en marcha de La Opinión. Una madrugada fría, una nave cerca de Molina de Segura y la expectación de todos los que esperábamos el nacimiento de un medio de comunicación. La rotativa se estropeó, en un momento determinado, y la salida del primer número se retraso, aumentando con ello la expectación que rodeaba el acontecimiento. Pero no importaba, era tal la ilusión de los que asistíamos al “alumbramiento” que, con frió o sin el, continuamos esperando hasta que, por fin, muy avanzada la noche; la madrugada, tuvimos en nuestras manos el primer número de un medio de comunicación que nacía con la firme voluntad de servir a la sociedad y de ejercer un periodismo libre. Una voluntad que no ha perdido a lo largo del tiempo y que podemos confirmar los colaboradores que nos asomamos periódicamente a estas páginas, para ofrecer nuestros puntos de vista, en libertad.
Y, seguramente, todos celebramos de manera especial aquel nacimiento porque, entonces, no eran tantos los medios de comunicación: Solamente otro periódico, La Verdad; en radios La Ser, RNE, La COPE y Radio Luz, antigua cadena Rato y el Centro Territorial de Televisión Española, con programación propia, por la mañana y por la tarde. Junto a estos medios legales alguna emisora “pirata”como se denominaban entonces a las emisora ilegales Y algunas revistas que, como Lean y La Tribuna Regional, dejaron el recuerdo de un intento noble por poner en la calle un tipo de publicación cuya ausencia extrañamos. Pasó el tiempo—estuve ocho años fuera de Murcia por razones profesionales—y a mi regreso, el panorama informativo había cambiado radicalmente: El dial radiofónico se había llenado de nuevas frecuencias. Lanzado un nuevo periódico, El Faro. Se había producido la puesta en marcha de televisiones locales y las radios, televisiones y publicaciones municipales ofrecían un panorama informativo diametralmente distinto. Y desde hace un tiempo, la prensa digital viene a ofrecernos otra forma de ver la noticia, junto a los periódicos gratuitos y la televisión autonómica.
Y sería necesario preguntarse si esta proliferación de medios de comunicación repercute en la mejor información del ciudadano, porque no podemos olvidar que vivimos en una cultura mediática en la que, en gran medida, son los medios de comunicación los que fijan los parámetros de la realidad que captan las mayorías. Y si esto es así, que lo es, tenemos que resaltar la enorme responsabilidad de estos hacia la sociedad; porque no podemos obviar que los medios se definen por su postura frente al poder–la prensa tiene que ver antes que nada con el poder, la información es poder–y si es cierto que en las aguas revueltas de los conflictos de poder la prensa recoge su mejor pesca noticiosa, no es menos cierto que la libertad de prensa para informar es inversamente proporcional a la magnitud de un conflicto y que, como dice Saramago “Vivimos rodeados de información que no sabemos quien produce y desconocemos las estrategias que la guían”.Así es que, en el 20 aniversario del nacimiento de un periódico, La Opinión, es bueno acordarse de algo que hace mucho tiempo escribió el periodista Alter Mears, que resumía la oposición básica entre el periodismo, el gobierno, los grupos de presión: “Es asunto de ellos conservar secretos nuestro trabajo es descubrirlos”.