Pues ya estoy aquí. En el mes de julio me fui, para dejarles descansar de mis cavilaciones. Han pasado dos meses y medio y parece que fue ayer. Porque continúan las mismas cosas que nos agobiaban entonces. Putin permanece haciendo de las suyas en Ucrania—y amenazando al resto de occidente–. Netanyahu prolonga sus delirios en la Franja de Gaza. En el tema de los conflictos armados—de otras cosas ni hablamos– Trump perdura en su actitud de “dejar hacer dejar pasar” –olvidando las promesas que hizo de terminar con los enfrentamientos en un “pis pas”–, mientras Europa no sale de su ensimismamiento desde que el primo Zumosol—o lo que es igual Trump—, olvidase la alianza que su país mantiene con el viejo continente desde la finalización de la II Guerra Mundial y comenzase a coquetear, de manera difícil de calificar, con el otro iluminado que sueña con volver a la “gran Rusia”: todo parece seguir igual que hace dos meses, pero empeorado.

Todo igual, sí. Incluso el Servicio Murciano de Salud prosigue con eso que emprendió hace tiempo de empeorar la asistencia publica de la sanidad para tener el pretexto de beneficiar la sanidad privada. Así es que, tal y como informaba La Opinión, días pasados, “el Servicio Murciano de Salud tiene previsto gastar en los próximos cinco años más de cien millones de euros en derivar pruebas diagnósticas a clínicas y centros concertados de la Región de Murcia, sacando a licitación un contrato para cubrir mediante concierto este servicio”.

Según dicen, el centro seleccionado deberá contar con el personal prescrito y con los equipos necesarios—el colmo seria que no los tuvieran—, pero lo que no exige la convocatoria es que el material que se utilice—lentes intraoculares y prótesis, entre otras cosas– sea de una calidad determinada. Esto no se dice. Y esto tiene su importancia, yo diaria que mucha importancia.

Y les aseguro que se de que hablo. Yo recuerdo una operación de cataratas. Me operaba el mismo medico que me había operado del otro ojo en la publica, pero en esta ocasión me desviaron a una clínica privada. Y si, era el mismo médico, pero no era la misma lente, no era el mismo material. Y lo sé, porque como en una operación de ojos no te quedas sorda, yo oí, perfectamente, como el medico que me tenia que operar le dijo al señor de la clínica privada que le había pedido otra lente, y ese señor le contestó que esa era muy buena también. Pues bien, yo no se si seria muy buena, yo si se que jamás he visto con ese ojo como con el que me operaron en la publica, donde si, donde era otra lente distinta a la que utilizaron en ese hospital privado.

No tengo nada en contra de la sanidad privada. Es más, yo estoy segura de que es necesaria, pero como usuaria de la sanidad publica, en la que creo, me niego a que me desvíen a un negocio privado: mientras que la sanidad publica está para curar al paciente, sin otros intereses, la privada está para curar, por supuesto, pero sobre todo, está para hacer negocio, porque es eso, un negocio.

Un negocio que los responsables de la publica parecen estar fomentando, no cubriendo las plazas de personal sanitario, limitando los horarios de los centros médicos, cerrando quirófanos en hospitales públicos y , en definitiva, justificando con ese deterioro el fomento de estos convenios que benefician a unos y perjudican a los pacientes que, en muchos casos, si rechazan que les desvíen a la sanidad privada, deberán aceptar que la espera se les haga eterna para que les hagan pruebas tan necesarias para los diagnósticos como los TAC, las ecografías, mamografías o resonancias magnéticas, por ejemplo, que se eternizan, con lo que esto supone de riesgo para el paciente.

Sí, han pasado dos meses y quince días desde que me despedí de este rincón: todo sigue igual…o peor.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el miércoles 17 de septiembre de 2025

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