La idea de la Unión Europea (UE), surge como una necesidad de conseguir la paz y la estabilidad en un continente que había vivido y sufrido dos guerras mundiales. Quizás por ello, la historia de la UE, se comienza a gestar entre el período comprendido desde la posguerra de la Segunda Guerra Mundial (con la llamada en 1946 de Winston Churchill para crear los “Estados Unidos de Europa”, y el establecimiento, en 1949, del Consejo de Europa, como la primera organización paneuropea), hasta llegar a 1993, cuando con la firma del Tratado de Maastricht, se hizo efectiva la creación de la UE, “con los principios y valores comunes de libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho, y fomento de la paz y la estabilidad”.

Hasta nuestros días, en que la llegada de Trump al poder y su aparente alianza con Putin ha puesto todo “patas arriba”. Y la primera victima parece ser la Unión Europea, que ahora se muestra en estado de shock ante la “guerra” declarada a todo lo europeo por Trump.

Y el despertar del dulce sueño europeo, de la búsqueda de la igualdad, de la paz, del bienestar de sus ciudadanos, se ha producido de una manera brusca. Tan brusca, que parece haber cogido a todos sus gobernantes con el pie cambiado. Y de pronto han caído en la cuenta de que todo este tiempo dejaron en las manos del “primo Zumosol”–o lo que es lo mismo del gigante americano–, su seguridad. Y nada puede funcionar si no te sientes seguro. Nada puede desarrollarse si vives con miedo a lo que pueda ocurrir. A lo que el vecino de al lado pueda hacerte. Un vecino de al lado, amenazador y pendenciero, que parece ansia volver a las fronteras de la antigua “Rusia imperial”.

Sí, aquella Rusia que comprendía los territorios que se encuentran entre el mar Báltico y el océano Pacífico, iniciada por Pedro I, hasta la caída de Nicolás II y el posterior comienzo de la Revolución de 1917. Y, por supuesto, siendo él, el Zar de todas esas Rusias. Porque ver a este señor como un dirigente democrático es solo un empecinamiento de ciertas mentes.

Y lo que son las cosas, mientras que en Alemania, la Unión Demócrata Cristiana, el Partido Socialdemócrata y Los Verdes, han podido ponerse de acuerdo para lograr una flexibilización del techo de deuda y poder aprobar nuevas inversiones en defensa—para lo que será necesaria una reforma de la Constitución—aquí tenemos que soportar un discurso antiguo y sin sentido, como el de Podemos, que en boca de su secretaria general Ione Belarra ha dado en calificar de “señor de la guerra” al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, denunciando lo que ellos llaman «consenso belicista» con el PP por su propuesta de aumentar el gasto militar , pregonando Belarra, en un acto público en Zaragoza, que Podemos «se tiene que plantar y decir alto y claro que nuestro país es el país del ‘no a la guerra’ y que eso no es una puñetera pancarta».

Ya ven la profundidad del análisis político de alguien que está en el Parlamento Español. Se quedaron en el “no a la guerra” de la época de Aznar, sin analizar el momento que hoy está viviendo el mundo entero, y de manera especial Europa. Y fortalecerse en la defensa no es querer ir a la guerra, es protegerte contra las amenazas que ya nos están llegando.

Manfred Weber, presidente del grupo Popular Europeo ha dicho «Vivimos tiempos críticos. La seguridad es la nueva prioridad de Europa”. “Necesitamos capacidades nacionales de defensa, un pilar europeo de defensa en la OTAN, un verdadero mercado único y proyectos militares conjuntos de la UE».

Si, esto dicen los populares europeos, mientras Núñez Feijóo, PP, “marea la perdiz” y amenaza con hacer que el proyecto de aumentar el gasto en defensa encalle en el Parlamento—sabe que ocurrirá– solamente por perjudicar al Gobierno.

¿Dónde está su sentido de Estado?

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 19 de marzo de 2025

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