Viví un tiempo en Bélgica y me llamó la atención el valor que en esa sociedad se le daba a los estudios de Formación Profesional. Y me llamó la atención, porque estaba acostumbrada a España, donde la FP siempre había estado infravalorada socialmente y donde los sueños de los padres eran que sus hijos e hijas pudiesen estudiar en la universidad, sin importar que después pasasen a incrementar la lista de parados. Y no parece que nuestra mentalidad haya cambiado, en este campo, pese a la falta de especialistas en las empresas españolas.

España tiene más graduados, de media, con estudios superiores, que la UE y encabeza también la tasa de paro más alta para este colectivo, superando a la UE en proporción de graduados en ramas como la Educación o la Sanidad, pero no así en Ingeniería, por ejemplo, donde nos encontramos muy atrás. Como nos encontramos muy atrás, en los especialistas que han de salir, que deberían de salir, de los centros de FP ante la escasez de profesionales, debidamente cualificados, que en los últimos tiempos se agudiza en el mercado laboral español.

El presidente de la CEOE, dijo algo así como «las empresas necesitan gente y les hace falta gente». Y esto puede sonar raro en un país donde la tasa de desempleo supera los dos millones de ciudadanos, pero quizás debería de hacer pensar a los responsables de fomentar el atractivo de la FP porque, al parecer, a las empresas españolas, les es muy difícil encontrar perfiles técnicos con titulación de FP. Perfiles asociados al desarrollo de la industria, como electromecánicos, carretilleros, soldadores, operarios para el sector de la alimentación o técnicos de mantenimiento, entre otros.

Como el mercado casi siempre se adelanta a las decisiones políticas, en los últimos tiempos han sido muchos los centros académicos que han acelerado en eso de la FP, pero no todos los alumnos pueden pagarse unas clases que, en muchos casos, no son baratas, porque no pueden serlo. Y hemos tenido que esperar al presente año para que el Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes completase el proceso de referenciación de las cualificaciones del sistema de Formación Profesional español con las europeas. Y esta decisión, un auténtico avance en este campo, ha permitido que la oferta formativa de FP de nuestro país pueda ser perfectamente reconocible en el ámbito europeo, facilitando así la movilidad del alumnado y de titulados de Formación Profesional a países de nuestro entorno; que tantos años nos llevan de adelanto, haciendo mucho más atractivo el estudiar FP.

Y hemos de felicitarnos por la aprobación de la nueva normativa española en esta materia, impulsada por el ministerio del ramo, porque se ha asegurado que España se alinee con las políticas de aprendizaje permanente que llevan tantos años desarrollándose en Europa y que, al parecer, habían pasado desapercibidas para los sucesivos ministerios de educación a lo largo de los años. Pero como nunca es tarde si, como en este caso, la dicha es buena, hemos de felicitarnos de que el ministerio haya decidido que la actualización permanente de las enseñanzas en FP estarán atentas a las nuevas necesidades formativas de los perfiles profesionales de la economía actual. Y como, ahora sí, todas estas cualificaciones tienen su reflejo en el marco europeo, servirá también, para impulsar la validez de los títulos de formación españoles fuera de nuestras fronteras.

Queda esperar que muchos padres comprendan que la formación profesional es una buena salida laboral para sus hijos. Lo que no tiene sentido, es que lideremos el ranking de la Unión Europea con el porcentaje más elevado de personas, de entre 20 y 64 años, que, pese a contar con un título universitario, tienen empleos poco cualificados.

Esto, no tiene sentido.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 29 de enero de 2025

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