Pensábamos que durante la Navidad, los políticos descansarían en sus diatribas contra los otros y dejarían respirar a los ciudadanos, tras tanto agobio. Pero no, algunos se mostraron con un dinamismo extraordinario y no perdieron la ocasión de continuar arremetiendo contra los contrarios sin perder, ni un ápice, de ese mal gusto del que hacen gala a lo largo del año. Para ellos, la Navidad no pareció ser el tiempo de olvido, de las cuitas que parecen condenarles a no dar un momento de respiro a sus adversarios.

Y alguien debería de decirles que quizás se equivoquen con el furor que muestran contra sus oponentes. Que, posiblemente, los ciudadanos de a pie, esos que les tienen que votar, pueden estar un poco cansados de tanta desmesura verbal, de tanto comportamiento absolutamente irresponsable, de tanto arremeter contra sus rivales sin experimentar el menor pudor hacia sus propios hechos. Alguien, debería de decirles que esta sociedad necesita de un cierto sosiego y que son ellos, los que aparecen todos los días en los medios de comunicación, desbarrando de todos y todo, los que deberían de hacer un esfuerzo por atemperar los ánimos del personal.

Jamás les hemos oído demandar el ponerse de acuerdo en temas tan importante para la sociedad como la sanidad y la educación, pongamos por caso. Dos de los pilares que sustentan y hacen posible una colectividad más justa y solidaria. Porque nuestra sociedad, difícilmente podrá alcanzar un nivel mínimo de justicia social si el sistema de enseñanza parece proteger, en algunas comunidades autónomas, a la enseñanza concertada, abandonando poco a poco la enseñanza publica que, al parecer, queda para los más desfavorecidos, pese a que para impartir enseñanza en las escuelas publicas hace falta sacar una oposición y en la enseñanza privada y concertada es suficiente con contar con las relaciones adecuadas para ejercer el profesorado. Y no estamos diciendo que estos profesores tengan menos cualidades para la enseñanza que los que la ejercen en la pública, en absoluto, solamente constatamos un hecho: los segundos han de mostrar sus capacidades en oposiciones públicas.

Y el cuido a una buena enseñanza no parte solo de los profesores. Una buena enseñanza demanda también unas adecuadas instalaciones; de las aulas y deportivas. Un apropiado material escolar que facilite dicha enseñanza, y que el invierno o verano no trastorne el aprendizaje de los escolares al carecer, en muchos casos, de una apropiada climatización que facilite la atención del escolar en los sustancial y no se pierda en si hace frío o un calor insoportable en las aulas, como está ocurriendo ahora en muchos casos.

Pero bueno, finalizadas estas Navidades, después de desearnos los mejores deseos en esa noche “de Paz”, que tanto necesitan determinados territorios, después de brindar por un año 2025 que deseamos libre de conflictos bélicos que afectan a tantos ciudadanos, al parecer, todo no son malas noticias, porque Sumar, tras conseguir la reducción de la jornada laboral, para el próximo año, con el beneplácito de los sindicatos y el rechazo de los empresarios—se debería de haber buscado con más decisión el consenso de todos–, ahora nos anuncia, como medida estrella de sus próximas reivindicaciones, el que se concedan becas basándose solo en el nivel de renta y excluyendo los requisitos académicos. Es decir, que importe menos la nota dependiendo de la procedencia social del alumnado.

Seria conveniente que se reflexionase sobre esto, porque es el mejor ascensor social al que los ciudadanos pueden aspirar ya que, tal y como apuntó en su momento la eurodiputada del PSOE, Lina Gálvez: “es necesario que las universidades públicas sigan funcionando como auténticos ascensores sociales, como referentes de la democratización del conocimiento”.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 8 de enero de 2025

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