TABLAS CON RAÍCES

GINÉS GARCÍA MILLÁN
Quedamos en el Parador de Turismo de Puerto Lumbreras. Es de una puntualidad exquisita y la tranquilidad de la piscina nos da cobijo para mantener una charla que llevamos esperando tiempo, y que mantenemos porque es un hombre de palabra que cumple aquella que nos dio al prometernos que nos llamaría cuando viniese a su pueblo: el Puerto Lumbreras de su infancia: “Yo recuerdo mi niñez como la vida en un paraíso. Mis padres tenían un hotel y eso me hacia vivir como en un mundo, dentro de otro mundo, porque por mi casa pasaban muchas personas y yo aprendía de todas ellas”. Pero de lo que se acuerda de manera especial es de la rambla, que entonces si llevaba agua, y de la búsqueda en los veranos de las balsas para bañarse, a donde llegaba en bicicleta y de su continuo jugar al fútbol. Y siempre viviendo en la calle y siempre con la protección de sus abuelos.
Le oímos contar sus vivencias y recordamos la primera vez que le entrevistamos para TVE. Fue un autentico placer poder charlar con uno de los actores más reconocidos del panorama español y lo es ahora, cuando nos recuerda aquella entrevista con una sonrisa que te gana, una sonrisa encantadora que sabe utilizar. Y oyéndole hablar de correrías por los campos y las calles de su pueblo comprendemos por qué decidió que sus hijos crecieran con los mismos sonidos que el, el mismo paisaje, los mismos olores y nos dice que fue una decisión tomada, en la seguridad de que era lo mejor para ellos: “Un día viendo a mi mujer con mi hija, en la soledad de un parque en Madrid y al fondo la gran ciudad, pensamos que la educación en un pueblo seria más interesante para ellos. Buscábamos que percibieran una manera de vivir más tranquila, aunque ahora Puerto Lumbreras no tenga nada que ver con el que yo dejé”.
No tiene antecedentes familiares– con una cierta admiración nos dice que el único artista en la familia fue su bisabuelo “Pepe el Caramonas”, un personaje muy especial–pero lo cierto es que el, desde pequeño, ya tenia una predisposición especial para transformarse con el sombrero de su abuelo y las espadas de madera que se fabricaba y que blandía con cierta destreza, ante el asombro de unos vecinos que le oían decir, desde muy pequeño, que el sería actor: “Es verdad, yo me reconozco queriendo ser actor desde siempre y esto es lo que me alejó del fútbol, donde jugaba de portero y donde prometía, pero yo lo que deseaba era hacer lo que hago”. Y así conocemos que jugó de portero en los juveniles del Murcia, que pasó a los del Valladolid–donde conoció a su mujer– y que cuando tenía que dar el salto al profesionalismo decide dejarlo todo, para ser actor. Pero un actor de formación y es así como se presenta al examen de ingreso en el Escuela de Arte Dramático de Madrid. Un día que recuerda con especial emoción y con una cierta sensación de vértigo por lo que tenía de aventura, pero aquello fue el comienzo de un sueño que se hizo realidad cuando al acabar sus estudios Miguel Narros, que era su profesor de interpretación, hace posible su debut en el Teatro Español.
Y en al templo del teatro, se inicia una carrera de actor de amplio registro, porque, como nos dice, el se siente cómodo en cualquier papel, como se siente cómodo en cualquier medio: cine, televisión, teatro: “Yo me lo paso bien en los tres, sobre todo si los personajes son interesantes, aunque esto lo he encontrado más en el teatro”. Pero nos reconoce que la televisión le aporta la popularidad que solamente este medio procura y algunos personajes atractivos como el de Fran Camacho el padre de “Matrimonio con hijos”: “Yo me lo pasé muy bien porque el personaje hacia el payaso y a mi también me gusta hacerlo. Quizás tenía un aire demasiado americano, pero hacer un papel así te libera muchísimo”. Pero hablando de trabajo en televisión es inevitable hacerlo de “Herederos”, donde el interpreta un personaje complejo y rico en matices y donde intervienen también Concha Velasco y Álvaro Luna, entre otros. Una serie que viene a demostrar la importancia de la televisión en la carrera de un actor: “Es una autentica escuela porque el ritmo de la televisión es un entrenamiento fabuloso, a más de que este medio es el que está manteniendo la industria, porque se hace poco cine”.
Continuamos hablando de otras muchas cosas, de sus gustos, de sus aficiones, de su manera de ver el mundo. Y nos dice que está enamorado de su profesión pero que, a el, lo que le apasiona es la vida: “Yo estoy aprendiendo a decir que no, y si estoy en un proyecto prefiero elegir el que me deje tiempo libre para mi porque lo que no quiero perderme es la vida”. Para continuar diciéndonos que disfruta con lo que hace, pero que quiere que los proyectos le dejen espacio para hacer cosas como; estar con la familia, irse de vacaciones, compartir tiempo con los amigos. Otras cosas al margen del trabajo.
Como en la anterior vez que le entrevistamos, a lo largo de la charla percibimos a un hombre que es feliz con lo que hace, pero que tiene los pies en la tierra para no dejarse llevar por la vorágine de una profesión tan excitante como la de actor. Un hombre que confiesa tener las ilusiones intactas y que admite que lo mejor está por llegar porque, esa idea, le hace mantenerse vivo y es que el, nos dice, deja que las cosas fluyan de manera natural. Tan natural como su vida cuando viene a Puerto Lumbreras: “Me siento bien; tan sencillo como eso. Yo siempre seré la misma persona aquí. Voy al campo, estoy con la familia, con mis amigos, me rió, me tomo unas cañas, la vida en definitiva”.
Pity Alarcón