JOAQUÍN FERNÁNDEZ, UN PINTOR

martes, 31 marzo, 2015

Esta es una semana especial: para los creyentes porque la viven con devoción y para los menos creyentes porque es un momento para buscar otros paisajes y otros silencios, si se tiene la suerte de encontrarlos. Sí, es una semana distinta y un buen pretexto para olvidarnos por unos días de los avatares políticos, tan densos, tan presentes en los últimos tiempos, y dejar que nuestra mirada se pose en otros acontecimientos que también tienen lugar, aunque no lo parezca, aunque se oscurezcan con el mucho ruido que nos envuelve.

Por eso esta semana descansaré y les haré descansar de esas cosas que nos hablan de derechas y de izquierdas, de centro y al lado, porque esta semana tengo la necesidad de compartir con aquellos que me hacen el honor de leerme la emoción vivida la semana anterior, en una exposición organizada por la Escuela de las Artes de Murcia. Una exposición colectiva en el Centro de Artesanía de la Región, que se repite todos los años, y que todos los años nos ofrece alguna agradable sorpresa en el mundo del arte y este año esa sorpresa nos llega en un pintor alto y espigado, que carece de formación académica—una casa mantenida por un padre empleado de la limpieza publica no da para muchos dispendios–, pero que ha llegado a la conclusión, al parecer, de que si nos centramos en una cosa y la escudriñamos bien, seguramente haremos nuestra la comprensión y el conocimiento de aquello que nunca imaginamos.

JOAQUIN FERNANDEZY sí, Joaquín Fernández, este jovencísimo pintor murciano, de apenas 17 años, nació para pintar porque siempre se reconoce queriendo plasmar en un papel, en un lienzo, en todo aquello susceptible de ser pintado, todo lo que lleva dentro hasta sentirse artista. Un artista, un pintor de trazos firmes y cuidados, reflejo del realismo más profundo. Un realismo impropio de una edad en la que aun se debería estar en el camino de la búsqueda de los colores. El ya encontró lo que anhelaba y cuando ves sus cuadros no es difícil acordarse, salvando las distancias, de Ciencia y Caridad, el cuadro que pintó Picasso cuando solamente tenía quince años. Después el genio malagueño se convirtió en el mayor revolucionario que deparó la pintura pero ese cuadro, que se considera la última gran obra academicista del joven Picasso, es puro realismo.

Siempre hemos pensado que no es necesario entender de arte para que la contemplación de las obras nos emocionen, no importa que sea pintura o escultura, como tampoco es necesario saber música para que cuando tenemos la fortuna de asistir a un concierto los sonidos invadan nuestros sentidos y nos emocionen, seguramente porque el arte, en cualquiera de sus manifestaciones es el reflejo de una especial sensibilidad para sentir lo que ocurre a nuestro alrededor. La pintura, y el arte en general, se sienten y se aman y según la sensibilidad de cada persona se aprecia y se disfruta como yo disfruté de los retratos de este pintor murciano.

Joaquín Fernández se declara retratista, y lo es, lo es con mayúsculas. Sabe lo que quiere hacer, sabe lo que busca en la pintura y, sobre todo, sabe que no quiere vivir sin el ejercicio de la misma porque para él la vida es eso, levantarse por la mañana y pintar, y por la tarde pintar y por la noche pintar. Y es que él podría hacer suyas las palabras que en alguna ocasión pronunciara el gran pintor holandés Vicent Van Gogh cuando dijo eso de que «sueño con pintar y luego pinto mis sueños». Joaquín Fernández es insultantemente joven y maravillosamente artista. Y sí, tiene muchos sueños por estrenar y todo el tiempo del mundo para hacerlos realidad, porque quiere y puede, porque los ocres, verdes y amarillos que bullen en su mente son capaces de convertirse en el reflejo de su gran capacidad pictórica, que le hace aparecer como lo que ya es, un gran retratista, hecho asimismo, que descubrió que el éxito es el esfuerzo por ser.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 31-3-2015

MANUEL FERNÁNDEZ MELERO. PINTOR

miércoles, 11 mayo, 2011

LA HUMILDAD VIGOROSA

MANUEL FERNANDEZ MELEROLuce barba y cabello blanco de nieve que acentúa su aire de artista. Lo que es, lo que se sintió desde que tiene uso de razón, porque su vida es pintar. El dice que no sabe hacer otra cosas, pero no debe de ser del todo cierto. Algo más ha de saber hacer porque durante unos cuarenta años se dedico a la CAM y muchos de esos años estuvieron ocupados en la gestión de Cartagena y en la dirección Territorial de la Región de Murcia y todo ello sin dejar de pintar y es que, nos dice, siempre estuvo enviciado en eso de hacer cosas, algo que parece venirle de niño porque conserva el recuerdo de una infancia muy ocupada en la búsqueda de los caminos del arte:“Yo hice la primaria en los Escolapios y con nueve años, cuando terminaba el colegio, me iba a la Escuela de Artes y Oficios y cuando salía de allí, de dibujar, me encaminaba al Orfeón Hispalense donde cantaba, y llegaba a mi casa a las diez de la noche.

Y como tuvo la fortuna de crecer en los Jardines de Murillo, en Sevilla, el descubrimiento de los verdes en sus distintas tonalidades se fueron quedando en su retina, formando en su mente una sinfonía de colores que a lo largo del tiempo ha procurado plasmar en su pintura. Una pintura que se enriqueció cuando llegó a este Mediterráneo que le prestó los azules del mar. Mezcla que ha de ser buena porque después de tantos años continua buscando formas nuevas y sensaciones distintas, como se pone de relieve en la muestra que tiene ahora en la sala de exposiciones del Ayuntamiento de Cartagena que con el nombre de MUTADISMO nos ofrece un nuevo concepto de pintura. Un concepto de arte cambiante, interactivo, que invita al espectador a participar de la creación: “Yo quería hacer un trabajo no inamovible. Quería hacer una obra a la que el comprador pueda hacerla mutar. Que este se sienta artista cambiando el cuadro a su voluntad. Hoy hay un publico infinitamente más culto que busca otras sensaciones en al arte”.

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PACO CANOVAS, PINTOR

jueves, 16 diciembre, 2010

LA PINTURA COMO SENTIMIENTO

PACO CANOVAS Trabaja diariamente en un estudio perfectamente organizado: un especio para dibujar y otro en el que un lienzo blanco espera en un caballete la mancha creadora. Los colores se mezclan en suave armonía y los cuadros terminados se alinean marcialmente. Suena Radio Clásica y es que, la música, es para el una necesidad vital como pone de relieve una gran colección de CDs, con predominio de Clásica y Jazz pero, nos confiesa, a el le gusta todo lo bueno y, entre lo bueno, se encuentra Jerry Lee Lewis. Y nos cuenta que su obra está estrechamente unida a la música porque surge en función de la melodía que tiene puesta. Tan estrechamente, que a veces busca la composición adecuada dependiendo de la obra que tiene entre manos. Y es que, nos dice, la música que escucha está inmersa en su obra, en sus cuadros, en su manera de concebir la pintura y asimismo su obra posee la influencia de lo que está escuchando, por eso se sorprende a veces cambiando la música que está oyendo en esos momentos porque no se corresponde con lo que está sintiendo con la pintura.

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