LA FORTALE3ZA DEL EQUILIBRIO
Su despacho da la sensación de desorden muy bien organizado. Sabe donde está cada cosa, pero los libros se apilan, los documentos invaden su mesa y se muestran fotos de diversas vivencias, resaltando las imágenes que reflejan distintas audiencias con el Rey y los dibujos de sus hijas que sirven para recordarle que tiene otra vida fuera de aquí, que las tres llenan reflejando sus sonrisas, junto a su mujer, en fotos que irradian felicidad. Seguramente porque tienen un padre que también lo es y que también lo era cuando niño: “Sí, fui un niño feliz. Y no recuerdo mi niñez con nostalgia sino como un proceso mío de maduración, de evolución. Integrado en mi familia viviendo en un pueblo, como es Alquerías”. Un pueblo que está presente en este lugar con olor a vida donde cuelga un cuadro con el que presume de la iglesia donde fue bautizado, donde hizo la primera comunión.
Si, Juan Martínez Moya creció en Alquerías y, junto a cinco hermanos, exploró los primeros paisajes y recibió las primeras enseñanzas de una maestra que invoca con ternura, Doña Isabel. Ella le enseñó a descubrir una parte del mundo y el preparó a su hijo para juez y es que, nos dice, le vida tiene estas cosas hermosas.
Como hermoso es recordar, como el lo hace, a sus padres, a su numerosa familia: sus abuelos y 35 primos hermanos que disfrutaban de manera especial cuando llegaban las fiestas de San Juan, y organizando partidos de fútbol en la playa como un anticipo de lo que su padre quería para el:”Me quiso inculcar que fuese futbolista y estuve siete años en los equipos del Real Murcia, pero no llegue a jugar en la máxima categoría”. Y con sentido del humor nos confiesa que se conformaba con intervenir en los partidos de entrenamiento con los mayores del Murcia.
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