DEFENDERÉ TU DERECHO A DECIRLO

lunes, 5 enero, 2015

 

ALFONSO ROJOEn muchas ocasiones no estoy de acuerdo con las opiniones del periodista Alfonso Rojo y con otras de diferentes tertulianos, y no tengo porqué estarlo, porque todos tenemos derecho a ver el mundo desde distinto prisma, desde diferente punto de vista, pero yo, como la frase atribuida al parecer erróneamente a Voltaire– fue en realidad utilizada por primera vez por una escritora inglesa llamada Evelyn Beatrice Hall que escribió una biografía sobre el famoso filósofo francés–, esa de “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a decirlo”, creo, sí, en la legitimidad que él tiene para manifestar sus opiniones libremente, como a mi me permite este periódico hacerlo semanalmente.

La libertad de expresión representa, sin lugar a equivocarnos, uno de los derechos fundamentales del ser humano, tal y como está recogido en el artículo 19 de la declaración universal de los derechos humanos, algo que, al parecer, no acaban de comprender algunos componentes de Podemos, comenzando por sus cabezas pensantes, que se están especializando en la descalificación de todos aquellos que no comparten sus postulados, como vengo comprobando en los últimos tiempos, en que se han puesto de acuerdo Iglesias y Monedero para no dejar títere con cabeza, sobre todo las de aquel o aquella periodista que pone en cuestión sus planteamientos.

Mi vocación periodística me lleva a escuchar y ver variadas tertulias de contenido político porque de todas ellas aprendo algo y miren por donde en esas tertulias normalmente hay alguien de Podemos y los escucho con especial atención, sobre todo porque siempre me sorprenden con algo nuevo, que ya es mérito. Lo que para ellos es normal una semana, la siguiente cambia como por arte de birlibirloque, pero me interesa lo que puedan decir porque todo ilustra. Pues bien, en los últimos tiempos siempre hay alguien de Podemos arremetiendo contra algún miembro de la prensa que osa poner en cuestión sus opiniones y sus ideas. Es decir, unos señores que se pasan el tiempo hablando de “casta”, descalificando a todo bicho viviente se ponen estupendos cuando otros hacen lo mismo que ellos, sin empacho en ofender a quienes se atreven a no estar de acuerdo con sus postulados.

PODEMOSEsto es lo que está ocurriendo de un tiempo a esta parte. Así, un abogado como Javier Nart, a su vez militante de Ciudadanos, tuvo que decirle a Juan Carlos Monedero que el prefería gente como Rojo a gente como Maduro, porque los ataques del de Podemos eran esperpénticos, llegando a manifestar que el apoyo que, según él, prestaba el mencionado periodista a Ciudadanos ubicaba a este partido en un sector más cercano a la extrema derecha. Pasmá me quedé. Pero es que, en el mitin que Podemos celebró en Barcelona, el pasado 21 de diciembre, era el líder de la formación Pablo Iglesias quien en dos ocasiones insultaba al periodista tachándole, a él y a otros profesionales, a los que a Iglesias les parecen molestos, de «caniches rabiosos”.

Sí, en 20 minutos que duró su intervención en ese acto dedicaba una parte importante de su espacio a arremeter contra los periodistas que se permiten manifestar su desacuerdo con las ideas de Podemos. Y no pude por menos de comparar el talante de Pablo Iglesias con el de otro político, este del PP, que ahora ocupa un puesto importantísimo en la administración regional que también tenia la costumbre de intentar amedrentar a según que periodista, con nulos resultados es cierto.

Un periodista, de derechas o de izquierdas, ha de tener un acusado sentido crítico de lo que le rodea pero sobre todo, como dice el reciente premio Planeta Jorge Zepeda, “el periodista debe ser leal a sí mismo”. Que miedo me dan los que no respetan el derecho que todos tenemos a disentir. El derecho a la libertad de expresión.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 30-12-2014

PODEMOS Y LAS CASTAS

martes, 3 junio, 2014

 

LOLA SANCHEZSi yo tuviera de 20 a treinta años, si fuese una estudiante machacada por la negación de las becas, o trabajadora en paro sin visos de solución—pese a mi licenciatura, mis idiomas y mis master–, mientras tengo que escuchar al ministro Montoro decir que no han bajado los sueldos de los trabajadores y a la señora Bañez intentando convencernos de que el mundo del trabajo en España es jauja, es posible que hubiese tenido la tentación de votar a PODEMOS, porque su discurso ha sabido penetrar en las capas más jóvenes y más desprotegidas de la población. Pero tengo algunos años más y no me veo votando a un partido que dice “Nos gobiernan inútiles” achacando el éxito de podemos a que “es el antipartido”—Lola Sánchez, la electa eurodiputada por Cartagena, dixit–, o descalificando las opiniones de Felipe González calificándole de “caricatura de si mismo”, en palabras de Pablo Iglesias, porque no me gusta la gente que se muestra en su discurso tan duro con los demás y tan frágil a la hora de encajar la crítica. Yo quiero vivir en una sociedad que no esté regida por los “antipartido”—la expresión no es mía, es de ellos–, porque en las dictaduras no se necesitan los partidos, en las democracias sí; con sus virtudes y con sus defectos, y no quiero aventuras que pongan en peligro lo que tanto nos costó conseguir.

Dicho esto, me parece poco acertada la descalificación que se está haciendo de PODEMOS por parte de algunos partidos a los que se les llena la boca de democracia olvidando que democracia es también que cuando se gobierna no se tenga la tentación de apagar las voces de los medios de comunicación que no les son afines; que democracia es respetar la labor de los periodistas, aunque no se compartan sus puntos de vista; que democracia es que un Gobierno procure una más justa distribución de la riqueza; que democracia es respetar los resultados electorales de partidos que han sabido tocar el corazón de unos ciudadanos absolutamente desencantados con los que les gobiernan y con una oposición un tanto despistada que ha olvidado que la oposición es eso, demostrar día a día que se es una opción de gobierno, evidenciar que si ellos gobernaran lo harían de otra manera, que no son iguales, en definitiva; porque no lo son, pero hay quienes lo perciben así, y eso es lo preocupante.

Lejos de atacarlos, deberían de preguntarse como es posible que, con tan pocos meses de vida, un partido haya conseguido tanto respaldo porque se equivocaran, y mucho, si piensan que los votantes de Pablo Iglesias proceden todos ellos de un tipo de izquierda radical. No, muchos votantes de PODEMOS, hasta hace poco, se identificaban con el centro, gente de una clase media machacada que está harta de los partidos que no son capaces, por ejemplo, de parar la corrupción dentro de sus filas. Gente que está cansada, entre otras cosas, de pagar más impuestos que las grandes empresas, que no aguanta más esta asfixia.

PABLO IGLESIASEs cierto que PODEMOS ha sabido moverse muy bien en los foros en los que, en definitiva, ahora se construyen los mensajes políticos en este país: en la televisión y en las tertulias radiofónicas; que su cabeza, Pablo Iglesias, se conoce muy bien todos los secretos de la comunicación no verbal—no interrumpe a los demás, no altera un músculo de su cara, no levanta la voz cuando habla, no insulta—y la otra, con un discurso directo y fácil de entender. Un discurso que me hace pensar en lo que me dijo un profesor de redacción, cuando yo estudiaba periodismo: “Escribe para los albañiles, los demás te entenderán también. Si escribes para los ingenieros, los demás no te entenderán”. Y el habla con un discurso claro y directo que llega. Ahora es cuando se está equivocando, cuando comienza a vérsele el plumero con IU porque,aunque él se empeñe en lo contrario,IU también forma parte de esa “casta”,a la que tanto se refiere.

Publicado en La Opinión, de Murcia, el 3-6-2014

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