Durante mi etapa de directora de TVE en Andalucía, tuve la oportunidad de conocer bien al entonces consejero y hoy Presidente de la Junta José Antonio Griñan. Fueron cuatro años en los que coincidimos muchas veces, entre otras cosas porque vivíamos en la misma urbanización y siempre había ocasión para el intercambio de impresiones sobre los más diversos temas. Es un hombre culto, que adora la música clásica, sobre todo la Opera, y que tiene una buena cercanía con su interlocutor. En definitiva, es fácil tomarle afecto y yo se lo tengo.
Dicho esto, creo que Griñan se ha equivocado en la manera de resolver el congreso que se celebró el pasado fin de semana en Almería. Y debo de reconocer que me ha extrañado mucho porque es un político avezado, inteligente y que conoce el PSOE lo suficientemente bien como para saber que las exclusiones, en ninguno de los casos pueden ser buenas. Ya se sabe que un mal acuerdo es mucho mejor que un buen pleito y el acuerdo con los críticos ha brillado por su ausencia, algo que ciertamente no beneficia al partido en Andalucía.
El partido socialista necesita de la generosidad de todos sus componentes, de la amplitud de miras de los mismos para no dar la impresión de división, que tanto afecta a las formaciones políticas. Los ciudadanos difícilmente perdonan a los partidos a los que votan el enfrentamiento entre ellos.
Yo comprendo que posiblemente Griñan se haya visto forzado a componer una ejecutiva con solo sus fieles teniendo en cuenta que su candidatura se ha visto rechazada con el treinta por ciento de los votos, pero no creo que la mejor forma de arreglar esto–los votos en contra son un signo de democracia interna–sea el dejar fuera de su ejecutiva a minorías de Córdoba, Málaga, Cádiz y Sevilla y, sobre todo, a la fuerte agrupación de Jaén que siempre tuvo tanta importancia en el PSOE andaluz.
No, no creo que esto sea bueno para los socialistas andaluces. Un poco de mano izquierda—nunca mejor dicho—de Griñan hubiese sido necesario para no dar esta sensación de cierre en falso. El hacer un esfuerzo de integración no debería ser tomado como un signo de debilidad, antes al contrario, la fortaleza, a veces, se demuestra sabiendo ceder por el bien de todos y de esta Andalucía a la que amamos.