Algunos pensarán que lo más normal si tienes un iPad es jugar una partidita para relajar, y enseñar unas fotos a los colegas para distender el ambiente. Claro que si, pero esas cosas que procuran tanta satisfacción personal deben de hacerse en los momentos en los que no se esté trabajando.
La Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, se plantea reducir el número de diputados en el Parlamento de su comunidad con el pretexto de que estamos en época de crisis y hay que ahorrar en todo.
Coincidiendo con sus declaraciones, en el mismo sentido se han manifestado otros políticos, aplicando algunos esta filosofía a los ayuntamientos.
Por el contrario, hay quienes aseguran que plantearse la bajada del número de diputados, o concejales, de los distintos parlamentos y ayuntamientos, deterioraría la calidad de la democracia porque, en su representación, hay que escatimar dinero. Y es cierto, la democracia, lo hemos dicho muchas veces, es tan frágil que no hay que jugar con nada que pueda afectarla. Pero lo que yo creo que deteriora el funcionamiento de la misma es el comportamiento de algunos políticos que tienen una especial responsabilidad en su defensa y que, con su comportamiento, parecen no tenerla en cuenta porque, si ellos no muestran consideración pública al funcionamiento de las instituciones a las que representan, difícilmente podemos pensar que respetan lo que hacen.
Ayer lunes, en la sección de LA OPINION, Murcia D.F, que firma Lola García y en la que se nos descubren algunos de los entresijos del Ayuntamiento, aparecía una foto tomada durante el desarrollo del pleno municipal del 31 del pasado mes de mayo, Un pleno en el que, según nos cuenta Lola, se debatían cuestiones muy serias.
Pues bien, en esa foto, tomada por un vecino desde las pajareras del salón de plenos, se observa como el concejal del PP, Rafael Gómez, aparece cómodamente repantingado en su butaca, pierna sobre pierna, con los cinco sentidos puestos en el desarrollo de una, al parecer, muy interesante partida de tenis en su iPad. Lo que se estaba tratando en el pleno; la prostitución en el barrio del Carmen, por ejemplo, no debió parecerle muy interesante comparado con esa partida apasionante. Casi a su lado, otro de los concejales, también del partido en el gobierno, enseñaba entusiasmado a un compañero fotos de una fiesta. Y yo me pregunto cuanto dura normalmente un pleno para que los concejales no puedan aguantar la duración del mismo y se tomen un tiempo de recreo para desintoxicar de tanto esfuerzo, de tanta atención.
Algunos pensarán que lo más normal si tienes un iPad es jugar una partidita para relajar, y enseñar unas fotos a los colegas para distender el ambiente. Claro que si, pero esas cosas que procuran tanta satisfacción personal deben de hacerse en los momentos en los que no se esté trabajando, porque supongo que los concejales cuando asisten a los plenos están haciendo eso, trabajar.
No, no es muy buen ejemplo para los ciudadanos el comportamiento de estos ediles que lejos de preocuparse de lo que trata el pleno se dedican a otros menesteres más lúdicos. Sobre todo, cuando nos consta que en el ayuntamiento de Murcia hay algún que otro expediente informativo abierto a trabajadores que, se supone, utilizan las redes sociales para cosas que no tienen relación con su trabajo. Que sí, que nos parece muy bien que esto ocurra, que a las empresas se va a trabajar, pero los concejales también. Ellos, más que nadie, han de dar ejemplo de cumplimiento de las normas porque, estar en política depara muchas cosas buenas, pero también debería de demandar de los que se dedican a ella una especial responsabilidad en el desempeño de su función: en el fondo y en las formas.