Porque tenemos más tiempo libre, porque los días son más largos y, como consecuencia de ello gozamos de más horas de luz, por unas cuantas cosas más, el verano es un tiempo ideal para fomentar el placer de la lectura, de la relectura también: volver a los clásicos no es mala costumbre. Regresar a los libros que nos permiten redescubrir lo que, de alguna manera, forma parte de nosotros, es muy recomendable. Por eso, invariablemente, caigo en la tentación, todos los veranos, de volver a los libros que hablan de Guadix, que tienen algún tipo de relación con Guadix. Es como hacer un recorrido nuevo por los paisajes, por los nombres de siempre, a través de aquellos que nos los mostraron en alguna ocasión. Y este año he vuelto a Conversación sobre la Guerra, el título del tristemente desaparecido José Asenjo Sedano que consiguió tan merecidamente el Premio Nadal 1977.
Yo estaba entonces en RNE, en Madrid, y recuerdo que, en el Diario Hablado que yo daba ese día, tuve el inmenso placer, el honor de cantar a los vientos de las antenas la buena nueva de que alguien de mi tierra había conseguido uno de los premios más prestigiosos de las letras españolas. No tengo palabras para expresar lo que experimenté en esos momentos. Una emoción desbordante, un sentir que no podía respirar bien; el exceso de felicidad nos aturde, para, al cerrar el micro, presumir con mi compañero de locutorio de un paisano que me permitía mostrarme orgullosa de mi gente, de mi tierra.