SIEMPRE POSITIVO
No es fácil llegar a su casa. Una casa construida junto al viejo hogar de sus padres. Donde nació. Donde creció amando la naturaleza.
Siempre vivió aquí, sin tentaciones de cambios, seguramente porque en este lugar se oyen los cantos de los pájaros y el silencio que solo es posible percibir rodeados de árboles frutales, de los tomates que se cuidan con esmero, de los caquis que brillan en las ramas y que se cogen por las mañanas y que tienen los sabores de la niñez, los sabores de siempre: “Es el entorno que va conmigo, no podría vivir en una ciudad, va contra mi misma naturaleza. Me gusta pisar tierra y sentir bajo mis pies las raíces de los árboles, porque yo soy un agricultor por vocación”.
Recuerda su niñez feliz, imbuido de la responsabilidad con la que entonces crecían los niños; seguramente porque vivían oyendo el discurso del esfuerzo y de la entrega. Y nos dice que desde muy temprana edad, como otros muchos niños de su entorno, tenía que cuidar de los animales, ayudar al esfuerzo familiar.
Y muy cerca de aquí, en los Jerónimos, recibió las enseñanzas de los Jesuitas; primeros estudios y Maestría Industrial. De ellos percibió una manera de entender el mundo como algo que hay que compartir con los demás. A ellos les achaca el haberse iniciado en la política, cuando era casi un niño que soñaba con un mundo mejor: “La política, entonces, tenía alma. Yo no digo que ahora no la tenga, pero es muy distinto”.