La sociedad española está viviendo un tiempo de tal barullo político que el ciudadano tiene la sensación de que esta democracia, que tanto costó a este pueblo conseguir, se nos está deteriorando a pasos agigantados. Quizás exageremos, posiblemente no responde a la realidad la sensación que el ciudadano tiene de trapacería, de ruindad, de mentiras “pinochitescas”, aplicadas a la política, pero es inevitable que así ocurra cuando, por ejemplo, percibimos como lo que hoy firman los partidos mañana no tiene ningún valor. Los acuerdos que hacen públicos a bombo y platillo, pierden su sentido en preocupante poco tiempo. Los votos de los diputados en los distintos parlamentos valen un suspiro, porque aprobar frívolamente leyes parece haberse convertido en un ejercicio de cinismo intolerable para la gente seria, decente, y que cree en las instituciones.
En el mes de julio de 2015 la Asamblea Regional de Murcia aprobaba, por unanimidad; los populares también votaron, una reforma de la ley electoral autonómica, con una circunscripción única; como ocurre en todas las comunidades uniprovinciales, rebajando al 3% el mínimo de votos necesarios para obtener representación. Cambios encaminados a evitar lo que a toda persona sensata ha de parecerle totalmente injusto y es que un partido, no importa cual, pero en este caso el PP, obtuviera en las últimas elecciones 22 escaños con 236.000 votos, mientras que el resto de fuerzas políticas sumaran 23 representantes con 311.000 votos.
Esta nueva Ley, aprobada en la Asamblea Regional a propuesta de Ciudadanos, tras consensuar el texto presentado con PSOE y Podemos, fue votada también afirmativamente por el PP, que como necesita del apoyo de Ciudadanos para poder gobernar se vio obligado a mostrar un talante que a veces no se le percibe. Así es que los populares aceptaron reducir de cinco a una las circunscripciones electorales y disminuir del 5% al 3% el porcentaje mínimo de votos para entrar en la Cámara, con todo lo que esto supone de impedir mayorías absolutas al favorecer a los partidos más pequeños la obtención de representación parlamentaria.
Sí, esta ley se aprobaba en julio del 2015, así es que es imposible que se haya hecho vieja cuando ni siquiera se han cumplido dos años de su aprobación. Demasiado joven, pensamos, como para que el PP pretenda jubilarla. Porque es eso lo que los populares propondrán, en su congreso regional que celebrarán este fin de semana, ya que será presentada un ponencia encaminada a conseguir una nueva reforma electoral que recupere las circunscripciones e incremente, de esta manera, la representatividad de las comarcas en la Asamblea Regional, tal y como se contempla en la ponencia política que se debatirá en el congreso.
El coordinador de esta ponencia, al parecer, es el alcalde de Lorca, Francisco Jódar, y días atrás aparecía en un rueda de prensa para llenar su intervención de eufemismos, circunloquios, rodeos y ambigüedades, en un intento de convencer al personal de lo bueno que será para la ciudadanía este nuevo cambio de Ley porque, según él, es necesario “impulsar la reforma de la ley electoral para que haya una representación más directa y una relación más cercana de los representantes y los representados”. Y se quedó tan pancho.
Pues miren, yo siempre creí que la “representación más directa” en los parlamentos se produce cuando todas las fuerzas políticas están representadas en ellos. Y siempre pensé, también, que quizás no sean buenas las mayorías absolutas para evitar las tentaciones totalitarias que tienden a aprobar todo por decreto, como desafortunadamente se vino haciendo durante demasiados años. Y sí, siempre opiné, también, que el más hermoso reflejo de la democracia es el consenso y el diálogo.