El haber apoyado a Rubalcaba no le da patente de corso para creerse el dueño del partido. Lo que ha hecho ahora  es ir en contra de su formación política, situando por encima de la misma su personalismo.

 

El personalismo es una corriente filosófica que considera al hombre como un ser esencialmente social y comunitario, un ser libre. En esencia, el personalismo es positivo en el ser humano porque le concede un valor en sí mismo, pero cuando ese personalismo le hace perder la noción de lo que le rodea, de la realidad que le rodea, se convierte en nocivo; para él y también para los que forman parte de él. Algo así como lo ocurrido con José Antonio Viera, el Secretario General del PSOE-A, en Sevilla, al que, un ataque de personalismo, de dignidad mal entendida, de ausencia de sentido de la responsabilidad para con su formación política le llevó a dimitir de su cargo, sin consultar con nadie, sin encomendarse a otros puntos de vista y perjudicando gravemente a su partido, a poco más de un mes de las lecciones andaluzas, con la que está cayendo.

Los motivos aducidos por Viera para esta salida de “pata de banco” han sido la confección de las listas electorales de Sevilla, con las que no está de acuerdo. Y no entramos ni salimos en si lleva razón o no, lo desconocemos y tampoco nos importa, lo importante en este caso es la sensación que ha transmitido de falta de cuajo político, porque en todos los partido existen luchas, sobre todo cuando se confeccionan las listas donde cada uno pretende dar cabida a los suyos, pero las cosas hay que solucionarlas dentro de los organismos correspondientes, no dando portazos que dejan muy alta la dignidad personal pero muy baja la imagen política.

José Antonio Viera se ha equivocado de parte a parte, como puso de relieve la número dos del PSOE, Elena Valenciano, que en rueda de prensa dejaba meridianamente clara su desautorización al dimisionario secretario general sevillano afirmando que José Antonio Viera “tomó la decisión de dimitir él solito”.

El haber apoyado a Rubalcaba, contra Chacón, no le da ninguna patente de corso para creerse el dueño del partido. Aquel congreso pasó y ahora, lo que queda es mirar juntos en la misma dirección. Otra cosa, lo que ha hecho, es ir en contra de su formación política, situando por encima de la misma su personalismo: algo muy nocivo siempre, especialmente cuando las elecciones llaman a la puerta.

Publicado en Wadi-As, de Guadix, el 16-2-2012

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